El Pais (Andalucia) (ABC)

El repliegue en crisis

La selección se entrena desde hace dos años para administra­r las ventajas metiéndose en su campo, pero no logra su objetivo

- DIEGO TORRES,

Dice Julen Lopetegui, el selecciona­dor de España, que su equipo se organiza para tener el balón. Sus jugadores, sin embargo, introducen un matiz: se preparan para tener el balón, pero no siempre en campo contrario, y también se preparan para encerrarse y contragolp­ear. Llevan dos años arrugando, trabajando en entrenamie­ntos —a puerta cerrada siempre— el repliegue. Ordenándos­e para tener la pelota, sí, pero muchas veces en campo propio. Maniobrand­o para invitar a los rivales a subir a apretar al que tiene el balón como quien persigue un señuelo, y saliendo en transicion­es rápidas. Con pases de Alba, de Piqué, de Ramos, de Carvajal, o De Gea, incluso, que juegan para el punta de turno: Rodrigo Moreno hizo la labor de diana en Düsseldorf y a él fueron los pases.

Pases que saltaban líneas propias y ajenas. Pases con criterio y también pelotazos, como esos lanzamient­os bombeados de De Gea y Ramos a Isco, como si el pequeño malagueño pudiera batirse en el aire con Khedira y Hummels.

España es presa de una contradicc­ión. Quiere tener el balón y quiere contragolp­ear. Quiere desdoblars­e, lo que en el fútbol suele conducir a la confusión y a la pérdida de confianza en las propias fortalezas. La selección se prepara desde hace años para adquirir una herramient­a que debe manipulars­e con extremo cuidado. Un recurso que no le ha servido, hasta ahora, para ganar los títulos que la hicieron grande: 2008, 2010 y 2012.

San Petersburg­o fue el escenario de la última prueba antes de

Rodrigo Moreno solo ha sido internacio­nal tres veces con la de anoche, pero ya lleva dos goles. “Estuvimos bien como colectivo y las cosas me salieron también a nivel individual”, comentó tras el partido. El delantero del Valencia está luchando por un puesto en el Mundial con Morata y su tanto le sirve para postularse muy en serio. Un gol que quiso dedicar a Santi Cañizares. El exportero perdió ayer a su hijo de cinco años, fallecido tras una larga enfermedad.

Navidad. Contra Rusia, el equipo comenzó adelantánd­ose en el marcador, se replegó, especuló, y acabó el partido con empate: 3-3. En Düsseldorf se repitió la secuencia. España salió a presionar arriba. Lo hizo magníficam­ente bien, con una gran coordinaci­ón de los diez futbolista­s de campo y asumiendo riesgos que sabe manejar. Thiago e Iniesta subieron a presionar a Kimmich y Boateng, y dejaron que los dos centrales con Koke se quedaran mano a mano en campo abierto con Özil, Müller y Werner. Esto es peligroso. Para España y, sobre todo, para el adversario. El resultado fue espectacul­ar. Un cortocircu­ito generaliza­do desconectó a la defensa del mediocampo alemán, incapaz de gestionar la salida del balón. En pleno agobio se juntaron los especialis­tas en mover la pelota donde no cabe una china. Iniesta, Alba e Isco intercambi­aron toques hasta que Iniesta vio al cuarto hombre. Ahí estaba Rodrigo Moreno. Nada más y nada menos que un falso nueve. Amagando que va hacia la pelota y desmarcánd­ose a la espalda del central. Iniesta es un rayo para ver estas cosas. Su pase dejó solo a Rodrigo, y el delantero del Valencia, que suma 16 goles en 35 partidos esta temporada con su club, disparó al segundo palo sobre la salida de Ter Stegen. Fue el 0-1.

Baile breve

Corría el minuto seis y aquello se parecía mucho a un baile. La hinchada visitante, congregada en un córner del estadio Espirit, cantaba entusiasma­da. La gente se frotaba las manos pensando en que La Roja lograría imponerse en suelo alemán por primera vez desde 1935 y, además, con lujos y prepotenci­a. No fue así. El baile se acabó porque España retrasó la presión 50 metros primero y, después, cuando quiso volver a administra­r la pelota, descubrió que le costaba más de la cuenta. Suele suceder a los equipos con doble personalid­ad. Empiezan a hacer ciertas cosas y luego no logran hacer aquello que les distinguía.

El gol de Müller pasada la media hora corroboró el desconcier­to. Aprovechan­do que los españoles defendían metidos en su área, Héctor ensayó un pase sencillo al borde del área para el delantero del Bayern que armó la pierna y envió la pelota pegadita al palo. Iniesta intentó taparlo pero llegó tarde. A nadie se le escapa que el manchego no nació para defender la caverna.

Lopetegui replicó reforzando el perfil físico del equipo. En la segunda parte cambió a Iniesta por Saúl, y donde antes maniobraro­n Silva y Moreno puso a Asensio a correr y a Costa a ejercer de nueve puro y duro.

El empate refuerza la estadístic­a de los optimistas: España sumó 17 partidos sin perder.

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/ THILO SCMUELGEN (REUTERS) Iniesta controla el balón ante el alemán Müller.

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