La batalla del 5G
Una parte importante de esta visión enlaza con el ambicioso plan chino de infraestructuras en todo el mundo conocido como Nueva Ruta de la Seda. En 2015, Pekín propuso una Ruta de la Seda digital, que incluye el tendido de conexiones de fibra óptica, telecomunicaciones y redes de información vía satélite, entre otros factores. La tecnología 5G y sus estándares forma una parte clave de este proyecto: según algunos cálculos, citados en el informe del IFRI (Instituto Francés de Relaciones Internacionales), las empresas chinas ya cuentan con un 10% de
el desarrollo de diez sectores clave de alta tecnología. Entre ellos, la robótica, los vehículos alimentados por nuevas energías, la aeronáutica espacial, la inteligencia artificial o la tecnología de la información. Según los objetivos que se ha marcado, para 2025 Pekín aspira a una autosuficiencia del 70% en los sectores de alta tecnología.
Para 2049 aspira a ocupar una posición dominante en los mercados mundiales. Para entonces, la República Popular de China cumplirá 100 años y el presidente chino Xi Jinping se ha marcado el objetivo de que su país sea una gran potencia global. Para conseguirlo, el plan fomenta la inversión china en las 1.400 patentes consideradas esenciales para esta tecnología. Los medios chinos calculan que para 2026 este sector estará valorado en unos 180.000 millones de dólares. Y en este sector, Huawei se describe como un “arquitecto clave”.
Pero los temores sobre la posibilidad de una “puerta de atrás” en la tecnología de Huawei que permita a las autoridades chinas acceder a los datos de sus usuarios ha suscitado las reservas de los Gobiernos occidentales. Tras las advertencias del vicepresidente de la Comisión Europea para el Mercado Único Digital, Andrus Ansip, ahora es Japón el que se plantea prohibir las compras gubernamentales de equipos de Huawei, según el diario Yomiuri Shimbun. Las agencias de inteligencia de EE UU acusan al gigante de las telecomunicaciones chino de tener vínculos con el Gobierno de Pekín.
Huawei rechaza “categóricamente” esas acusaciones. “Somos parte de la solución, no del problema. Ningún Gobierno le ha pedido a Huawei que construya puertas traseras ni interrumpa ninguna red, y nunca toleraríamos tal comportamiento por parte de ningún empleado de la compañía”, indicó la entidad en un comunicado.
Con una población envejecida, Pekín necesita otro modelo económico
En 2017 China fue el país que más patentes registró en el mundo
sectores estratégicos en el extranjero, moviliza a sus mastodónticas empresas estatales e incluye jugosos subsidios, incentivos fiscales y créditos a interés favorable.
El programa Made in China 2025 ha suscitado serias dudas en Occidente, que ya arrastraban de antes quejas sobre el considerable control estatal de la economía. Las normas que obligan a las empresas extranjeras a asociarse con una compañía local para entrar en el mercado chino se encuentran entre las más criticadas, dado que, según estos países, obliga a un traspaso forzoso de tecnología. Los subsidios y las ventajas a las empresas estatales imposibilitan también que las firmas foráneas puedan competir en condiciones de igualdad.
Recelo de Occidente
A estos recelos se suma, en el sector tecnológico, la prevención occidental contra la reciente ley de ciberseguridad en China, que obliga a las empresas a almacenar los datos obtenidos en China en servidores que se encuentren en territorio de este país, muchas veces controlados por empresas de capital público.
Pero, de momento, Pekín sigue sin controlar muchas de las tecnologías clave de sus industrias y tiene la necesidad de importarlas desde el extranjero. Esta circunstancia ha jugado en su contra en varias ocasiones, especialmente cuando las disputas políticas entran en juego. En abril, el Departamento de Comercio de Estados Unidos prohibió a la empresa china ZTE, un importante fabricante estatal chino de teléfonos móviles, comprar componentes de ese país por haber vendido productos a Irán y a Corea del Norte, algo que quebrantaba el embargo impuesto por Washington a estos dos países.
La medida dejó a ZTE al borde de la quiebra y, pese a ser finalmente suavizada, supuso una severa advertencia para Pekín de lo que está por venir: “En el pasado nos apretamos el cinturón y los dientes, y construimos las dos bombas (atómica y de hidrógeno) y un satélite… En el próximo paso de abordar las tecnologías debemos dejar de lado las ilusiones y depender de nosotros mismos”, dijo Xi Jinping al respecto.
“Es posible anticipar la emergencia de dos polos rivales: uno liderado por EE UU y el otro por China, cada uno dotado de sus redes de infraestructuras”, señala un informe del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI) sobre la Ruta de la Seda, en el que se abordan las prioridades tecnológicas de Pekín. “La emergencia de dos polos distintos, que cohabitarían sin integrarse, es factible si EE UU y China se hacen menos interdependientes económicamente de lo que son hoy día”, agrega el documento. Hoy por hoy, ese futuro parece aún distante. Pero ya no descabellado.