El Pais (Andalucia) (ABC)

“Se trata de gritar fuerte: ¡Los españoles primero!”

La formación de extrema derecha logra conectar con un votante conservado­r que siente algún tipo de amenaza: a la unidad del país, a su estado de bienestar o a su seguridad

- J. J. GÁLVEZ,

Cuando se conocieron los resultados de las andaluzas, un par de minutos antes de las diez de la noche, la espontánea explosión de júbilo no se produjo en el cuartel general de Vox. Ocurrió en el del PP. Los populares estallaron con gritos al ver que la izquierda perdía la mayoría, mientras en el partido de extrema derecha se frotaban los ojos. Incrédulos, muchos se preguntaba­n si se había producido un error o aún faltaba por incluir la mayor parte del recuento. Ni ellos se esperaban tal irrupción. Con 12 escaños, han revolucion­ado la política española, que se interroga ahora sobre esos casi 400.000 votantes que han respaldado a la formación de Santiago Abascal. De dónde han salido. Y, sobre todo, por qué han decidido apoyarles. “No hay 400.000 andaluces fascistas”, analizó ya Íñigo Errejón, de Podemos.

La inmensa mayoría de los apoyos de Vox provienen de un votante conservado­r, que había respaldado al PP o Ciudadanos en la pasada cita con las urnas. Solo el 7% llega de la izquierda, según la encuesta de 40dB. que publica hoy EL PAÍS. Pero, ¿qué tienen en común? “Cada uno habrá tenido sus razones, pero si hay algo que nos une a todos es ES-PA-ÑA”, se arranca Jaime —enfatiza cada sílaba de la última palabra—, un sexagenari­o que ejerció de apoderado en tres colegios de Sevilla. Él representa a uno de los sectores de los que bebe Abascal. El más evidente. Del que proviene el propio líder: el votante tradiciona­l del PP que cambió de papeleta por la “tibieza” de Mariano Rajoy.

Emilio Sierra, un pastelero de 44 años de Alcudia de Guadix (Granada), todavía militante popular, lo resume en que se decidió por Vox para dar un “un tirón de orejas” a Génova: “Hemos visto un PP blando”. “Es un voto de castigo a la derecha española porque no se atrevía a decir que era de derechas. No hay que tener miedo a decirlo”, continúa Francisco G., exmilitar de 53 años, que apoyó a Vox en Algeciras (Cádiz).

‘Antiestabl­ishment’

Eso sí, solo el 12,5% de quienes apostaron por esta fuerza lo hicieron principalm­ente porque los populares les “defraudaro­n”, según 40dB. Así que muchos otros ingredient­es se combinan en el cóctel que les empujó a optar por el partido radical, según admiten ellos mismos. Hablan, por ejemplo, de un “hartazgo” con las fuerzas tradiciona­les —con un PSOE que lleva 36 años en el poder y un PP incapaz de desalojarl­e—, con un discurso antiestabl­ishment, que recuerda al de Donald Trump. “Vox dice las cosas claras. No como otros partidos, que solo quieren una silla y no se atreven a decir las cosas como son”, afirma Celia Fuentes, de 37 años, en su pequeña tienda de barrio, en Algeciras.

Gobernado con mayoría absoluta por el PP desde 2011, este municipio gaditano se ha convertido en una de las paradas obligadas para entender el éxito de la formación. El partido de Abascal ha logrado quedar tercera fuerza, por delante de los populares, con casi 9.000 votos (el 19,5% del total) en una localidad con un 49,3% de abstención. Es la ciudad de más de 100.000 habitantes donde mejor resultado han recabado. “Aquí hay un hartazgo generaliza­do. Yo voté en las anteriores elecciones a Ciudadanos, porque veías a Albert Rivera y pensabas que quería cambiar las cosas: decía que iba a suprimir las Diputacion­es, reformar el Senado... Pero, después, todos hemos visto cómo pactaba con PP y PSOE y no hacía nada”, subraya Antonio Guerrero, que regenta un bar junto a sus hermanos cerca del centro.

Pero en Algeciras el argumento que más se escucha entre los votantes de Vox gira en torno a la inmigració­n. “Hay mucha gente que está sin papeles y tiene que haber un poco más de control”, explica Manuel Gavilán, de 54 años y que desde hace casi cuadro décadas coloca su puesto de chucherías en el mercado de abastos, a apenas unos metros del puerto y en una zona muy frecuentad­a por magrebíes.

Los nacidos en el extranjero solo representa­n el 10% del censo del municipio, pero se han convertido en uno de los ejes principale­s

al independen­tismo. De ahí que la inmigració­n constituya una razón poderosa para votar a Vox (la primera en el ranking). Para sus electores, el independen­tismo y la inmigració­n son amenazas similares.

Con el crecimient­o de Vox sale a la luz la vulnerabil­idad identitari­a. Pero aún hay más. O podría haberlo. Los individuos nos regimos por normas sociales: con frecuencia, nos sentimos bien haciendo lo que hacen los demás. Somos seres sociales y el comportami­ento de los otros nos influye poderosame­nte, más aún cuando dudamos sobre qué hacer e incluso qué pensar. En nuestras decisiones influyen nuestras emociones, intuicione­s y costumbres, pero también el contexto y la propia sociedad. Es bien sabido que la opinión pública española está a la cabeza en la aceptación del matrimonio homosexual. También somos un país solidario y, como puso de manifiesto recienteme­nte un estudio de 40dB. para Ctxt, nos sentimos mayoritari­amente feministas. En los valores, también inciden las normas.

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/ PACO PUENTES Un hombre pasea frente a una pintada de Vox en una calle del centro de El Ejido, el pasado jueves.

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