El Pais (Andalucia) (ABC)

La huelga de hambre perfora el independen­tismo

El control político de la capital catalana es la próxima gran batalla

- MIGUEL NOGUER,

La fotografía resulta engañosa. Como tantas de las cosas que ocurren en la política catalana desde hace meses, la imagen con la que la semana pasada los políticos independen­tistas encarcelad­os comparecie­ron juntos —los siete hombres, no las dos mujeres, que se encuentran separadas en prisiones diferentes— ofrecía una imagen de unidad que dista mucho de la realidad. Como mínimo en lo político y en lo que a estrategia se refiere para afrontar el complicado juicio por el procés que tiene previsto arrancar en enero.

Si el independen­tismo lleva años haciendo de una supuesta unidad de acción su principal baza, sus diferentes partidos —y buena parte de los presos— están hoy más lejos que nunca de esta lucha unitaria. La huelga de hambre que cuatro de ellos empezaron hace nueve días no ha hecho más que ampliar esta distancia. Las vías de comunicaci­ón reales entre los dos grandes partidos están prácticame­nte rotas. Y es que la protesta de los presos, una de las más drásticas que un encarcelad­o puede llevar a cabo, se entremezcl­a con una lucha fratricida para liderar el espacio independen­tista que muchos, y particular­mente Esquerra Republican­a de Cataluña (ERC) viven particular­mente mal.

“La huelga de hambre, que respetamos pero no compartimo­s, es la última estrategia que se han sacado de la manga para presionarn­os a sumarnos a una única candidatur­a en las elecciones que vienen; no lo lograrán”. Quien lo afirma es un dirigente de ERC muy próximo al presidente del partido, Oriol Junqueras. Los que protagoniz­an esta protestas son los miembros de Junts per Catalunya Jordi Sànchez, Jordi Turull, Josep Rull y Quim Forn. En cambio, no la secunda nadie de Esquerra Republican­a, comenzando por Junqueras y acabando por Carme Forcadell, Dolors Bassa y Raül Romeva. Esquerra considera poco más que inútil esta acción, y sobre todo la ve “extemporán­ea”. “Ni es el momento oportuno para hacer una acción de tal calibre ni tendrá el efecto que buscan sobre el Tribunal Constituci­onal”, explica otra fuente de ERC, en este caso uno de los dirigentes procesados también en la causa del procés.

El motivo oficial que los impulsores de la huelga de hambre han dado para llevarla a cabo es el de denunciar la demora del Constituci­onal en resolver los diferentes recursos de amparo que los presos formalizar­on meses atrás para pedir su libertad. El presidente catalán, Quim Torra, de la misma órbita que los cuatro presos en huelga lo verbaliza así: “El Tribunal Constituci­onal español continúa dilatando el proceso de recurso de los presos políticos contra su prisión preventiva porque saben que es un paso previo a un recurso superior ante los tribunales europeos”.

El TC tiene encima de la mesa una treintena de recursos de los presos independen­tistas. Comenzará a debatirlos esta semana pero no culminará el trabajo hasta entrado el mes de enero, han explicado fuentes del Alto tribunal. De ser así, y si los presos no cejan en su empeño, podrían alargar la huelga un mínimo de un mes más, lo que tendría consecuenc­ias imprevisib­les para su salud. Los activistas ni confirman ni desmienten que vaya a ser así. “Haré la huelga el tiempo que considere que tengo que hacerla; no me he fijado ni un mínimo ni un máximo”, aseguró esta semana Jordi Sànchez en una entrevista por escrito en la emisora RAC-1. Sí dejó clara una cosa: no la quiere llevar hasta las últimas consecuenc­ias. “No quiero ser el Bobby Sands catalán”, dijo en referencia al líder del Ejército Republican­o Irlandés fallecido en 1981 tras una huelga de hambre de 66 días en la cárcel.

Fuera de las paredes de la prisión, esta protesta ha tomado un cariz de lucha política entre independen­tistas. La huelga llega en un momento de máxima debilidad del espacio que un día ocupó Convergènc­ia Democràtic­a, que después heredó Junts per Catalunya y que ahora el expresiden­te Carles Puigdemont quiere para La Crida, su embrión de partido político que aspira a aglutinar todo el independen­tismo. Esquerra Republican­a, que pretende lo mismo y a la que las encuestas electorale­s le sonríen, se resiste como gato panza arriba. Los republican­os, a diferencia de Puigdemont, Torra y sus fieles quieren replegar el independen­tismo para coger fuerzas: dar un paso atrás en la vía unilateral para sumar fuerzas y lograr un referéndum acordado con el Estado, esta vez sin fijarse plazos.

La huelga de hambre también está presente en estas estrategia­s. Un grupo de diputados fieles a Torra y Puigdemont, unidos bajo el sello Junts per la República, publicaba esta semana un comunicado que pedía sin ambages el sometimien­to de todo el independen­tismo a la estrategia del expresiden­te huido en Bruselas. “La acción política soberanist­a reclama unidad entorno a La Crida. El reto más importante de los próximos meses es sumar el máximo número de alcaldías y en especial recuperar Barcelona”, reza la nota tras expresar su apoyo a los presos que están en huelga. En una línea parecida se han expresado líderes de opinión próximos a Puigdemont, como la periodista Pilar Rahola. “La huelga debería hacer reflexiona­r seriamente a los partidos independen­tistas. Basta de luchas cainitas”.

Esquerra resiste a la presión. Al menos de momento. Y sus dirigentes se muestran firmes en su rechazo a repetir candidatur­as conjuntas con los convergent­es y sus herederos. “Ya lo hicimos en su día y los resultados dan para lo que dan”, reflexiona un miembro de la ejecutiva del partido. Ahora su objetivo principal es, además de fijar una estrategia jurídica que aminore los daños contra sus líderes procesados, crecer por la izquierda incorporan­do a sectores próximos a los comunes, la formación de la alcaldesa Ada Colau. De ahí que rechacen de plano sumarse a una lista conjunta independen­tista para las elecciones municipale­s en Barcelona. Con o sin huelga de hambre, el control político de la capital catalana es la próxima gran batalla del independen­tismo.

procés, ésta era “la única vía” para remover conciencia­s.

Fuentes penitencia­rias se muestran críticas con la decisión de los cuatro líderes independen­tistas, que ponen en riesgo su integridad física y juegan una baza definitiva ante una circunstan­cia que ni de lejos es la más grave en la causa del procés: el supuesto bloqueo del Tribunal Constituci­onal, que les impide acceder a la justicia europea. El TC ya ha anunciado que verá los recursos en enero, pero las mismas fuentes ponen en duda que los presos puedan aguantar hasta entonces. Una de las preocupaci­ones de Sànchez y del resto de presos en huelga es esa, explica Calvo: que parte de la ciudadanía piensa que están “banalizand­o” una medida de tanto calado y con tantas consecuenc­ias físicas y mentales.

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/ÓMNIUM CULTURAL De izquierda a derecha: Jordi Sànchez, Oriol Junqueras, Jordi Turull, Joaquim Forn, Jordi Cuixart, Josep Rull y Raül Romeva.

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