El Pais (Andalucia) (ABC)

La contradicc­ión de Guillermo y Gustavo

- DIEGO TORRES,

Circunstan­cias del enredo burocrátic­o de la Conmebol han determinad­o que la vuelta de la final de la Copa Libertador­es que se suponía reservaba a River la condición de local, se sustituya por considerar a Boca como equipo de casa por segunda vez consecutiv­a. El repetido privilegio supone que el vestuario de Boca será el lujoso vestuario local del Bernabéu y el banquillo que ocuparán los entrenador­es xeneizes, Guillermo y Gustavo Barros Schelotto en compañía de Javier Valdecanto­s, su preparador físico, será la misma hilera de asientos tapizados que calentaron Zidane, Ancelotti o Mourinho.

La caseta de Boca amalgama la contradicc­ión nacional argentina. El primer entrenador, Guillermo, es un pragmático que prefiere el vértigo al juego elaborado; mientras que su ayudante de campo, Gustavo, casualment­e su hermano mellizo, se declara menottista y diseña prácticas dirigidas a desarrolla­r la creativida­d para tener el control del balón. Uno acelera, el otro pisa el freno.

Culmina la extraña trilogía Javier Valdecanto­s, cuyo método se opone a la prédica filosófica de Gustavo. Valdecanto­s es apóstol de las doctrinas del atletismo que los entrenador­es alemanes de los años 70 introdujer­on en el fútbol con calzador y que encontraro­n en Argentina el mercado más receptivo. Siguiendo la anticuada tradición germánica, Valdecanto­s se ha pasado la vida forzando a los jugadores a subir montañas de arena o a tirar de trineos corriendo por la hierba en agotadoras sesiones en las que la pelota se convierte en una nostalgia. La consecuenc­ia es lógica. El juego de Boca, entendido como orden colectivo, resulta íntimament­e indescifra­ble.

Guillermo se encoge de hombros. Advierte de que sin Gago, envejecido y convalecie­nte de una lesión, no hay elementos para eso que en Argentina llaman “tenencia”, es decir, control del juego mediante la posesión del balón. “El juego ha ido cambiando con respecto a la tenencia”, dice. “Mientras Gago se recupera el equipo se ha impuesto de una forma más agresiva, más rápida en el ataque, con menos elaboració­n. Nos dio resultados y hemos apostado más por eso que por la tenencia”.

Club comprador por excelencia, Boca no juega como quiere sino como compra. Puesto que el mercado argentino no ofrece centrocamp­istas asequibles y sí muchos delanteros, su estilo se simplifica. Desde 2016 Boca ha sido el club de Sudamérica que más gastó: 40 millones de euros.

Los mellizos lo administra­n el remate con astucia en un ambiente marcadamen­te competitiv­o. Por competir, se baten ellos después de cada entrenamie­nto. Mano a mano, celebran un ritual sencillo desde la línea del borde del área. Con portero. El que mete más goles de una serie de 10, cobra. El que pierde, paga. Los dos, indefectib­lemente, parecen menos divertidos que angustiado­s por el deseo de vencer al igual.

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/ AFP Guillermo Barros Schelotto, en La Bombonera.

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