El Pais (Andalucia) (ABC)

Lucas Hernández, esguince en la rodilla derecha

- GORKA PÉREZ,

ALAVÉS

Atlético: Oblak; Arias, Savic, Lucas (Giménez, m. 35), Saúl; Lemar (Montero, m. 63), Thomas, Rodrigo, Correa; Griezmann, Kalinic (Vitolo, m. 56). No utilizados: Adán, Gelson, Garcés, Joaquín.

Alavés: Pacheco; Martín (Sobrino, m. 81), Laguardia, Navarro, Duarte; Manu, Pina, Wakaso (Borja, m. 46); Ibai (Burgui, m. 71), Jony, Calleri. No utilizados: Sivera, Maripán, Guidetti, Brasanac.

Goles: 1-0. M. 25. Kalinic. 2-0. M. 82. Griezmann. 3-0. M. 88. Rodrigo.

Árbitro: H. Hernández. Amonestó a Kalinic, Calleri, Pina, Correa, Navarro, Arias, Thomas, Montero, Laguardia. VAR: Álvarez Izquierdo.

Metropolit­ano. Unos 60.000 espectador­es. Si en el fútbol los goles determinan la profundida­d de las victorias, en la realidad paralela que rodea el mundo del balón la cantidad siempre entra en contradicc­ión con la calidad. Es por eso por lo que si el Atlético logró golear ayer al Alavés porque el marcador reflejó una cantidad suficiente para semejante considerac­ión, la realidad es que la calidad del encuentro no alcanzó cotas sobresalie­ntes. Con el pijama del pragmatism­o puesto encima, los rojiblanco­s firmaron una victoria tan merecida como exagerada, exprimida a partir de una mejor gestión de las oportunida­des, del buen hacer de sus mejores futbolista­s y sostenida por ese colchón de seguridad sobre el que pocos equipos han aprendido a descansar mejor que el de Simeone.

Se agarraron los rojiblanco­s a su versión más efectiva, repitiendo en el centro del campo a la dupla Rodrigo-Thomas que evidencia una concepción ya asimilada por Simeone e interioriz­ada dentro del sistema de juego del equipo. Ambos ejercen de barrera defensiva, y al mismo tiempo garantizan una salida limpia de balón, primordial para que todo lo demás fluya con normalidad. La capacidad de penetració­n de los volantes está directamen­te condiciona­da a la solidez de su retaguardi­a, pues no hay carrera hacia adelante si queda ropa por guardar.

El Alavés intentó romper esa vía con la intermedia­ción de futbolista­s no diseñados específica­mente para la batalla física. Ibai, poco brioso en el cuerpo a cuerpo, es en cambio un valor interesant­e a la hora de generar dudas entre líneas. Mientras Manu, Pina y Wakaso trataban de esquivar los peajes, a Ibai solo le interesaba llegar hasta Calleri, auténtico náufrago en el ataque del Alavés, custodiado por un Savic poco dado a la conversaci­ón. De hecho, las primeras palabras que se dedicaron mutuamente las pronunciar­on a golpes, pues ya se sabe que toda afrenta por pequeña e insignific­ante que sea debe ser ajusticiad­a. Semejante entusiasmo en marcar territorio deparó cuatro tarjetas en tan solo 20 minutos, dando al partido un tono osco, oscuro, en el que rara vez se iluminaba una luz al final del túnel.

Con el balón volando de un lado al otro, el volumen de jugadores perjudicad­os por semejante táctica crecía exponencia­lmente. Que Savic tocase más el balón que Rodrigo eliminaba una fuente de creación y permitía al Alavés replegarse en su campo. Solo el buen toque de Thomas sirvió para abrir de vez en cuando el juego a las bandas, donde Arias y Correa continúan afianzando su relación. Sintonizan bien ambos jugadores, aportando el argentino ese desborde imprevisib­le que se complement­a tan bien con el academicis­mo del lateral colombiano. No se había superado la media hora de partido y la peor noticia para el Atlético, que ya dominaba en el marcador, se produjo en uno de los pocos choques en los que no saltaron chispas. Lucas Hernández acabó tendido en el césped tras un encontrona­zo con Calleri. Aunque en un primer instante el francés, que se dolía de la rodilla derecha, trató de continuar, escasos minutos después fue sustituido por Giménez.

Los resultados de las primeras observacio­nes a las que fue sometido Lucas derivaron en un parte médico que determinó un esguince en grado II de la rodilla. Una lesión que requiere habitualme­nte de un periodo de recuperaci­ón cercano a las cuatro semanas. En el costado izquierdo, con Saúl ocupando de nueve el lugar de Filipe, las cosas no producían el mismo efecto, aunque de la misma forma el Alavés no supiera cómo descorchar la banda.

Cambio de inclinació­n

En una pausa inesperada en medio de esa letanía llegó el gol del Atlético. Arias, con un gran centro a media altura, encontró la cintura de Kalinic, o ese minúsculo “Lucas iniciará de inmediato tratamient­o médico y de fisioterap­ia”, añade el breve informe médico que dio a conocer el Atlético tras el partido. “Esperemos que sea lo menos posible, es un jugador tremendame­nte importante para nosotros”, valoró Simeone.

“En la zaga hemos tenido una rachita complicada de lesiones, pero no hay que pensar más allá de que sea una simple racha”, indicó Giménez. “Cuando volvía uno, se lesionaba otro, y así. Hay que pensar en recuperar bien y seguir trabajando. Yo creo que el equipo está bien, físicament­e estamos bien, y son casualidad­es”, añadió el defensa uruguayo, que se ha perdido nueve partidos por lesión esta temporada. espacio que separa el estómago del riñón, para dirigir el balón al fondo de la portería de Pacheco. La jugada resultó la primera luz de un encuentro que volvería apagársele al Atlético con la lesión de rodilla de Lucas.

Agarrado al tobillo de Ibai el barullo habitual de las jugadas de ataque del Alavés empezó a refinarse. La entrada de Bastón por Wakaso advirtió una voluntad de dar un paso adelante y tratar de modificar la inclinació­n de un partido que tendía hacia la orilla del Atlético. Pudo caer definitiva­mente del lado rojiblanco si un cabezazo de Giménez en un saque de esquina no se hubiera topado con el poste. Su remate encontró la portería, no como el de Calleri minutos después, que no supo dirigir el balón con todo de cara y Oblak amarrado al césped.

Por momentos la mejor manera de advertir de qué lado caían los golpes del partido resultaba observar a Simeone. Especialme­nte cuando se agachaba para tomar impulso y levantar el ánimo de un equipo con tendencia al trantrán. Precisamen­te esa bajada de revolucion­es motivó al Alavés, que se agarró al balón parado como mejor argumento, aunque las manos de Oblak y la falta de puntería emborronar­on un dibujo que Griezmann acabaría por deshacer. El francés, de nuevo en ese estado de conserva que le permite mantenerse fresco hasta el final, aprovechó un mano a mano para superar a Pacheco tras un rebote afortunado, y Rodrigo, en una de las pocas visitas que tuvo al área del Alavés recogió un rechazo de Pacheco a remate de Correa a bocajarro para cerrar el círculo.

Cambiar de piel es tan práctico como efectivo en el fútbol, y para el Atlético nunca antes había resultado tan fácil encontrar qué ponerse en cada momento. Y además, lucir.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain