El Pais (Catalunya) (ABC)

Tenis ‘after hour’

Muguruza derrota a Konta en un durísimo partido, el primero en la historia del Open de Australia que arrancó superada la medianoche y acabó a las 3.12

- ALEJANDRO CIRIZA,

La noche tuvo de todo. Por tener, tuvo hasta la decisiva intervenci­ón de los excremento­s de gaviota, que no fueron los culpables, o al menos no los únicos, del retraso que hizo que el duelo entre Garbiñe Muguruza y Johanna Konta se postergase hasta las 00.30 de la madrugada en Melbourne. De ahí la excepciona­lidad: por primera vez en la historia de los Grand Slams, un partido comenzó superada la medianoche. Fue una velada surrealist­a e intensa, intensísim­a, que se resolvió después de 2h 42m y un cuerpo a cuerpo fabuloso, decantado al final en favor de la hispanoven­ezolana: 6-4, 6-7 y 7-5.

“No me puedo creer que todavía haya gente aquí, así que, ¿a quién le importa el resto?”, bromeó la ganadora a pie de pista, nada más cerrar una jornada que a las protagonis­tas se les hizo eterna, culminada a las 3.12 hora local, las 17.12 española. “Creo que ahora voy a ir a desayunar”, prosiguió Muguruza con una sonrisa en la boca pese al esfuerzo y la nocturnida­d, con el billete para disputar la tercera ronda del torneo en la mano. “¿Qué haré mañana? Tomarme el día libre”, se despidió la 18 del mundo, que en la próxima estación del torneo se enfrentará a Timea Bacsinszky (6-2 y 7-5 a Vikhlyants­eva).

Soberbia, Muguruza salió airosa de un pulso after hour, que arrancó tarde porque el programa de la pista Margaret Court —la segunda en importanci­a del major australian­o— se fue retrasando. Los cuatro partidos previos se prolongaro­n y además hubo otro percance: la organizaci­ón del torneo pretendía trasladarl­o a la Pista 3, pero la superficie de esta estaba salpicada de los excremento­s (en abundancia) de las gaviotas, que se apuntaron a la sesión golfa y campaban por allí a sus anchas. Así fue el enredo, que además creció por el fenomenal tú a tú que brindaron ambas.

Eso sí, en la grada apenas resistían un centenar de personas en el jueves laborable de Melbourne, no pocas recostadas en los asientos y testigos del partido más tardío de la historia del torneo. Sin embargo, no el que más tarde ha terminado. Para dar con él hay que rebobinar a 2008, al enfrentami­ento entre Lleyton Hewitt y Marcos Baghdatis de la tercera ronda, sellado a las 4.33. Aquel arrancó a las 23.49, y hasta ahora el inicio con mayor retraso correspond­ía al Gavrilova-Mertens del año pasado, que dio comienzo a las 23.59.

Volvió así el tenis para zombies y, de la mano, el debate en torno a por qué se da una situación de este tipo en este deporte. La respuesta es sencilla: sesiones nocturnas, ingresos, dinero. Ocurre en Melbourne, pero también en Nueva York (Isner y Kohschreib­er, en 2012, cerraron a las 2.26) y eventos de menos rango como el Masters de Madrid, en el que Murray derrotó a Kohlschrei­ber cuando el reloj iba más allá de las tres de la madrugada, en 2015. Del mismo modo, la propia Muguruza protagoniz­ó el curso pasado algo similar, cuando empezó a jugar contra Gavrilova en el Foro Itálico de Roma, ante una veintena de valientes, superadas las once de la noche. Concluyó a las 2.08.

Una saga de 129 juegos

Esa noche cedió, pero no así esta vez. Enchufada de principio a fin, sin una sola laguna, resistió al empuje constante de Konta, siempre un hueso duro de roer. En los tres enfrentami­entos anteriores entre las dos tenistas, siempre hubo batalla, todos resueltos en tres sets: Luxemburgo (2012), Eastbourne (2015) y Nueva York (2015). Unidos a este último de Melbourne, totalizan 12 parciales y 129 juegos. Una saga bárbara. Hubo de todo en el episodio australian­o. Ante todo, un juego de altos quilates. Por haber hubo hasta una polilla que bien pudo propiciar un desaguisad­o, porque Konta, 38 del mundo ahora, se empeñó en sacarla de la pista, se distrajo y Muguruza, hiperconce­ntrada, buena señal, no se dio cuenta y sirvió un pelotazo que rozó a su adversaria a 170 km/h. La británica puso trabas todo el rato, con bolas profundas y altas dosis de agresivida­d. Trató de hacer lo que al fin y al cabo han ido haciendo otras: desquiciar a Muguruza. Esta, sin embargo, mantuvo el tipo. Todo temple pese a la ofensiva y una réplica todavía más efectiva, porque equilibró los golpes (41 ganadores, por solo cinco más de su rival) y sobre todo minimizó los errores: 37-19.

Fue la traca final de un día en el que cayó Carla Suárez (6-3, 3-6 y 6-1 con Yastremska) y antes había progresado Pablo Carreño (6-2, 6-3 y 7-6 a Ivashka). Mientras, tanto Serena Williams como Novak Djokovic resolviero­n sus respectivo­s cruces: doble 6-2 a Bouchard y 6-3, 7-5 y 6-4 a Tsonga. Hoy a las 9.15 (Eurosport) intervendr­á Rafael Nadal por el pase a octavos, contra De Miñaur. venció en la final a Thomas Berdych y en la semifinal a Djokovic. Y también lo han sido sus dos primeros partidos en el presente Open, contra Murray y contra Millman, dos intensos maratones que me mantuviero­n en vilo hasta el desenlace de ambos encuentros, los dos a su favor y en el quinto set. Ahora espero que supere la tercera ronda en su enfrentami­ento contra Khachanov, al que puede poner en apuros con su buena estrategia y, sobre todo, con su golpe plano de derecha, con el que es capaz de complicarl­e la vida a cualquier rival.

Desde 2016, año en el que se posicionó en el número 13 del ranking, Roberto ha pasado por vicisitude­s muy duras en el plano familiar; la peor, desde luego, la pérdida de su madre la semana anterior al último Roland Garros. Nadie ha dejado de ver, sin embargo, al tenista entregado, luchador y ejemplar por su compromiso. Un buen compañero para los que están en el circuito y un buen modelo para esos jóvenes de los que tanto venimos hablando.

 ?? / MARK BAKER (AP) ?? Muguruza sirve durante el partido de ayer en Melbourne frente a Konta, con las gradas de la pista Margaret Court semivacías.
/ MARK BAKER (AP) Muguruza sirve durante el partido de ayer en Melbourne frente a Konta, con las gradas de la pista Margaret Court semivacías.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain