Flores de marzo.
“Para ver las flores he venido, bajo ellas dormiré sin sentir el tiempo”. El haiku del poeta Matsuo Basho (16441694) refleja la devoción de la cultura japonesa por lo efímero y lo bello — Mono no aware—, que se sublima en la flor del cerezo —
sakura—, de pétalos blancos o rosáceos y breve vida: apenas dos semanas de finales de marzo o primeros de abril. Las flores de cerezo y el pájaro de la foto, un ojiblanco japonés o mejiro (Zosterops japonicus), aparecen a menudo juntos en la pintura y la poesía de Japón desde el periodo Heian (794-1185). Pero no hace falta irse tan lejos para disfrutar de la primavera temprana (la estación comienza oficialmente el 20 de marzo), que se expresa con vigor en las camelias de los pazos gallegos, los naranjos andaluces, los cerezos del Jerte o los narcisos, ranúnculos, anémonas, prímulas, violetas y chiribitas que adornan los prados. / I. M.