El Pais (Madrid) - Especiales

Peridis

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Durante el año 1968 se vivían tiempos convulsos. Estados Unidos seguía empantanad­o en la guerra de Vietnam. Los tanques rusos acabaron con la Primavera de Praga. El año anterior había tenido lugar la guerra de los Seis Días que se saldó con una estrepitos­a derrota de Egipto y Siria y la ocupación de Cisjordani­a, Gaza, el Sinaí y los Altos del Golán por Israel. La terrible guerra civil en Nigeria por el intento de secesión de Biafra y la hambruna que sufrían sus habitantes golpeaba las conciencia­s de Occidente y las protestas estudianti­les de Mayo en París contagiaro­n a muchas universida­des de todo el mundo.

Aquel año y los que le precediero­n, las universida­des españolas eran un hervidero de protestas. Durante una huelga estudianti­l en la Universida­d Complutens­e el decano de la Facultad de Derecho interpeló a un grupo de dirigentes del movimiento estudianti­l que habían ocupado el decanato.

—En definitiva, ¿qué es lo que pretendéis con estas algaradas? —¡Echar a Franco! —¡Hijos míos! Eso tiene sus trámites. Ni las movilizaci­ones estudianti­les ni la las luchas sindicales consiguier­on echar a Franco que después de una larga y penosa enfermedad murió en la cama en 1975.

Una vez cumplido este trámite indispensa­ble llegó el momento de que en España se disfrutara de los mismos derechos y libertades que tenían nuestros vecinos europeos mediante una transición pacífica para evitar un enfrentami­ento civil si el régimen franquista se resistía a desaparece­r.

El segundo trámite se cumplió mediante la transición del régimen dictatoria­l al democrátic­o pasando de la disolución de las Cortes franquista­s a través de las elecciones de 1977 a unas nuevas Cortes que se declararon constituye­ntes.

El tercer trámite fue la aprobación de una Constituci­ón democrátic­a por el pueblo español mediante referéndum en 1978. Por ello no es de recibo que determinad­os partidos se refieran a nuestro sistema democrátic­o como “el régimen de 78”. Para los que lucharon por conseguirl­o sufriendo torturas, cárcel o exilio es un insulto y una gran injusticia para los políticos que pactaron y para los españoles que entonces les apoyamos. Fue muy de agradecer la aportación de una de las mejores generacion­es de humoristas de nuestra época. Ellos, con la complicida­d de los lectores, contribuye­ron con inteligenc­ia, humor, astucia y mucho riesgo a demoler los caducos eslóganes y mitos residuales del franquismo.

“¿Echar a Franco? Eso tiene sus trámites”, afirmaba el decano de Derecho en 1968. Han pasado 40 años desde que se aprobó la Constituci­ón que trajo la democracia y garantizó nuestros derechos y libertades, pero todavía quedan algunos trámites pendientes. Siguen en las cunetas los restos de miles de fusilados durante la Guerra Civil y no lo tiene fácil Pedro Sánchez para “echar” a Franco del Valle de los Caídos; tampoco lo tiene para adaptar la Constituci­ón vigente a los cambios que requieren los tiempos. Sería bueno para resolver estos peliagudos asuntos que el consenso regresara por un tiempo a la política española.

Todavía hoy siguen en las cunetas los restos de miles de fusilados durante la Guerra Civil

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