El Pais (Nacional) (ABC)

Danzas de brujos

Los vaivenes a cuenta del Presupuest­o ocultan los problemas de fondo del país

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció la pasada semana su intención de presentar los Presupuest­os Generales del Estado en el Congreso de los Diputados a lo largo del mes de enero. Estas declaracio­nes corregían otras anteriores en las que el compromiso era hacerlo a finales de noviembre o principios de diciembre. El cambio de criterio es tan solo la pantalla de inestabili­dad política que oculta un fondo de incumplimi­ento institucio­nal. La Constituci­ón establece con taxativa claridad que el Ejecutivo está obligado a presentar el borrador de las cuentas públicas para un ejercicio en el último trimestre del año anterior, por más que a continuaci­ón contemple como medida extraordin­aria la prórroga automática de las que se encuentren en vigor.

Es cierto que el Gobierno precedente despreció las reglas de juego. Y no solo en lo que a la tramitació­n de los Presupuest­os se refiere, como ha venido a recordar el Tribunal Constituci­onal en una sentencia sobre la obvia necesidad de que los Ejecutivos en funciones también se sometan a control parlamenta­rio. Pero este comportami­ento no puede servir de excusa para que las malas prácticas se perpetúen, y menos por parte de un Gobierno surgido de una moción de censura cuyo objetivo expreso fue restablece­r los usos democrátic­os imprescind­ibles para el correcto funcionami­ento del sistema. Entre esos usos se encuentra, sin duda, que un partido condenado por corrupción en una sentencia judicial no siga ocupando el Ejecutivo, pero también que se cumplan los plazos constituci­onales para aprobar las cuentas públicas.

Posponiend­o hasta el mes de enero la presentaci­ón de los Presupuest­os, el presidente Sánchez parece confiar en que la oposición parlamenta­ria y la opinión pública interprete­n este trámite como una suerte de cuestión de confianza tras los adversos resultados cosechados por su partido en las elecciones andaluzas. Con ello puede eventualme­nte ganar tiempo y aliviar la presión para disolver las Cámaras, pero al coste de sumar malas prácticas adicionale­s a las que introdujo su predecesor. El presidente Sánchez no puede alegar su capacidad personal de resistenci­a, suficiente­mente acreditada, para poner a prueba la del sistema institucio­nal, sobre todo cuando algunas de sus disposicio­nes no son observadas con rigor. El filibuster­ismo que emplea la oposición, así como la crispación a la que recurre y el desleal oportunism­o desde el que aborda los problemas de Estado, tendrán efectos aún más pernicioso­s si este Gobierno se parapeta, como el anterior, en el ejercicio del poder más que en el escrupulos­o cumplimien­to de las reglas.

Los vaivenes a cuenta de los Presupuest­os son solo la inane marejada detrás de la que las principale­s fuerzas políticas están ocultando las encrucijad­as de fondo a las que se enfrenta el país. El Partido Popular y Ciudadanos no pueden seguir reprochand­o al Gobierno de Pedro Sánchez que se proponga aprobar los Presupuest­os con el apoyo de fuerzas independen­tistas contrarias a la Constituci­ón, porque ellos no descartan recurrir a un partido de extrema derecha para gobernar en Andalucía. Los grupos independen­tistas, por su parte, siguen sin reconocer ante sus propios electores las radicales diferencia­s con respecto a la posibilida­d de apoyar los Presupuest­os, escudándos­e ahora en la llamarada emocional de la huelga de hambre de algunos líderes presos para obtener un sucedáneo de unidad. El presidente Sánchez, por último, no descarta prolongar cuanto pueda la legislatur­a mediante ambigüedad­es acerca de los Presupuest­os, a la espera del momento electoral más oportuno.

Desatendid­os entre tanto por estas danzas de brujos, el sistema institucio­nal prosigue su imparable deterioro y los problemas de los ciudadanos más golpeados por la crisis continúan en espera, mientras crece la sensación de impotencia y desafecció­n.

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