Los ministros se han reunido 22 veces en cuatro meses con consejeros de la Generalitat
De forma discreta, los ministros del Gobierno de Pedro Sánchez y los consejeros de la Generalitat se han reunido en 22 ocasiones en apenas cuatro meses, una cifra que refleja un diálogo fluido. Sin embargo, el mal resultado de los socialistas en las elecciones andaluzas complica ahora nuevos encuentros a la espera de lo que suceda con los Presupuestos. Los comicios andaluces han reavivado la discusión sobre las supuestas cesiones a la Generalitat. Algunos sectores del PSOE piden a Sánchez que se aleje de los independentistas para evitar el desgaste de tenerlos como aliados.
Nada es lo que parece en la relación entre el Gobierno y la Generalitat. Alejados de esos excesos verbales que dominan la política catalana, ni hay grandes cesiones, ni existe la tensión que reflejan las declaraciones de los independentistas. En algunos asuntos han logrado avances clave en esa veintena de citas, incluso la retirada de recursos de inconstitucionalidad a cambio de ajustes en algunas reformas, como sucedió con la ley de salud universal o la ley de emergencia de la vivienda.
La Generalitat apenas se reúne con la oposición catalana, pero multiplica sus encuentros con los ministros. Desde el Ejecutivo apelan a los hechos para demostrar que Cataluña no ha logrado nada que no le correspondiera. Y siguen convencidos de que la única manera de resolver el problema catalán pasa por rebajar la tensión y por eso mantienen la mano tendida que marcó
el profundo giro con la llegada de Sánchez a La Moncloa.
El propio presidente ofrece una reunión a Quim Torra el 21 de diciembre, cuando tiene previsto celebrar un Consejo de Ministros en Barcelona. “Si no me quiere ver es su problema”, llegó a decir Sánchez el jueves, en una conversación informal con periodistas en el Congreso.
El Gobierno tiene un especial interés en demostrar que ha hecho todo lo posible por recomponer las relaciones entre las dos instituciones y que si no se logran más avances en asuntos de pura gestión de competencias es porque en la Generalitat conviven varias almas —las más concentradas en el procés y las más pragmáticas— y algunos consejeros parecen más preocupados de la agitación que de la gestión.
Ahora, en plena huelga de hambre de varios presos del procés y cuando aún no está claro si los independentistas tumbarán
los Presupuestos y abrirán así paso a un adelanto electoral, está en suspenso de momento una segunda reunión de la comisión bilateral Estado-Generalitat presidida por la ministra de Administraciones Públicas, Meritxell Batet, que llevaba siete años sin reunirse.
Negociaciones a diario
Pero los contactos a otro nivel no se han suspendido y las negociaciones son casi a diario. La Generalitat necesita ayuda, entre otras cosas para aplacar la ira de los funcionarios a los que se les adeuda las pagas extra de 2013 y 2014, y el Gobierno está dispuesto a buscar soluciones.
Los avances en los distintos encuentros han sido importantes hasta ahora. Pese a las enormes dificultades, esas 22 reuniones políticas de alto nivel han estado llenas de contenido. Cada avance cuesta mucho por la retórica independentista y algunos choques entre consejeros, pero
se logran. Un claro ejemplo es el de la vivienda. El Gobierno no entendía por qué no se lograban desbloquear los retoques legales necesarios para retirar el recurso de inconstitucionalidad. Hasta que Ignacio Sánchez Amor, secretario de Estado de Política Territorial, decidió plantarse en Barcelona y hablar directamente con los promotores de esta reforma en Cataluña, que llegó con una iniciativa legislativa popular. Esa decisión de ir directamente a los afectados sin la intermediación de los consejeros desbloqueó todo y permitió rápidamente retirar ese recurso.
Desde la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa en junio, que prácticamente coincidió con la de Quim Torra al Palau de la Generalitat, casi todos los ministros y consejeros se han reunido al menos una vez. Algunos de esos encuentros han sido públicos, pero otros no han trascendido. Y todo, a pesar de que un día tras otro el Gobierno catalán sigue reclamando la república y formula duras críticas contra el Estado. En Bruselas se celebró el pasado 26 de octubre un acto sobre Memoria y Democracia que la Generalitat justificó “ante la pervivencia del franquismo en el Estado español”. En la misma capital, Torra reclamó el sábado la vía eslovena para conseguir la independencia, en referencia a la secesión de aquella zona de la antigua Yugoslavia en la que hubo 62 muertos.
Calvo y Artadi
Los primeros en abrir la ronda de encuentros fueron los jefes de ambos Gobiernos, el 9 de julio. La vicepresidenta Carmen Calvo se ha reunido en cuatro ocasiones con representantes del Govern: dos con el vicepresidente Pere Aragonés y otras dos con la portavoz y consejera de la Presidencia, Elsa Artadi. Aragonés y Artadi viajan con frecuencia a Madrid, a veces de manera discreta, y Calvo también aprovecha viajes a Barcelona para organizar encuentros discretos. Nadie parece muy interesado en la publicidad de estas citas pero la relación, no solo en persona sino sobre todo telefónica, no se corresponde con la supuesta tensión que dejan ver las declaraciones públicas. La ministra Batet ha celebrado desde julio hasta mediados de noviembre otras cuatro reuniones: dos con el consejero de Acción Exterior de la Generalitat, Ernest Maragall, otra con Artadi y una más con el consejero de Política Digital y Administración Pública, Damià Calvet. El 1 de agosto, Batet y Maragall presidieron la comisión bilateral Estado-Generalitat que sirvió para poner en marcha otras comisiones bilaterales específicas o comisiones mixtas, que han derivado en otros ocho encuentros.
Un portavoz del Govern admite sin reparos: “El Gobierno del PSOE supone un cambio con el del PP. Se puede hablar de todo, pero echamos en falta coraje y concreción”. Sánchez Amor, mano derecha de la ministra Batet, niega esa versión. “Este Gobierno tiene coraje y valentía, porque frente a la intoxicación diaria de que está vendido al independentismo, se sigue reuniendo con la Generalitat para crear el espacio de diálogo que prometimos”.
El traslado a cárceles catalanas de los líderes del procés , el desestimiento de los recursos ante el Tribunal Constitucional, y los acuerdos de la Junta de Seguridad de Cataluña celebrada en Barcelona con la presencia de Torra y del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, son los principales frutos de ese diálogo. La Generalitat destaca, además, la enorme sintonía entre el ministro de Cultura, José Guirao, y la consejera Laura Borràs, que se han reunido en tres ocasiones y han logrado diversos acuerdos.
El abultado número de reuniones mantenidas entre los ministros y los consejeros contrasta con la fría relación que mantiene el Govern de Quim Torra con la oposición catalana. El PSC ha sido descartado por el independentismo para pactar los Presupuestos de la Generalitat y únicamente ha sido atendida su petición de celebrar una Mesa del Diálogo que acabó con solo buenas palabras.