La cara siniestra del padre Juanjo
La Congregación para la Doctrina de la Fe investiga a un conocido misionero que asiste a niños que viven en la calle en Benín, acusado por dos jóvenes de violación
El sacerdote Juan José Gómez es un hombre conocido e importante en Benín (África). Su trabajo como misionero sacando a niños pobres de entre 8 y 17 años de las calles de la capital, Porto Novo, ha llevado a salir en varios medios españoles (EL PAÍS, Onda Cero y eldiario.es, entre otros) e incluso en un documental sobre el tráfico de menores en África (No estoy en venta). Pero esa labor solidaria está ensombrecida por varias denuncias por abusos. En 2013, voluntarios denunciaron a Gómez por agredir sexualmente a varios menores a los que daba cobijo con su programa Chicos de la Calle.
Patrick Yehouenou, de 20 años, es uno de esos chicos. Según relata, su madre lo abandonó con 10 años y encontró refugio en el centro portonovés de Magone. Allí conoció a Gómez. Tres años después de llegar, desde 2011 hasta 2013, el joven cuenta que “el padre Juanjo” lo llevó varias veces a su habitación para violarlo. Lo amenazaba y, a cambio, le daba dinero (2.000 francos de África Occidental, unos tres euros) y medicamentos para curarse las heridas causadas por la “fuerte penetración”. Asegura que el salesiano hacía lo mismo con otros compañeros: Calix, Arnaud, Toussaint, Elisha, Yves, Herman, Serge, Roland…
Los salesianos de España admiten que hubo denuncias y que se abrió un proceso penal en Benín, en el que Gómez fue absuelto. Yehouenou cuenta que el sacerdote compró el silencio de los abusados y no hubo juicio. La orden afirma que, cuando supo la noticia en 2016, lo notificó “verbalmente” a la fiscalía y a la Audiencia Nacional y que entregó la información que les había llegado desde el país africano. Además, añade que la Congregación para la Doctrina de la Fe abrió una investigación canónica que, de momento, no ha concluido.
Gómez fue trasladado a una casa salesiana en Madrid —la orden no ha precisado la fecha concreta de su llegada—, donde vive actualmente, hasta que el proceso eclesiástico termine. Este diario solicitó a los salesianos ponerse en contacto con el acusado, pero este prefirió no hablar, según la orden religiosa.
Una de las veces, tras ser violado, Yehouenou cuenta que huyó de Porto Novo y buscó refugio en la ciudad de Cotonú en el centro salesiano Mamá Margarita, pero Gómez lo “fue a buscar allí”. El misionero le ofreció trabajo e intentó abusar de él. El joven volvió a huir del centro. “Los educadores que trabajan allí saben lo que está pasando, pero no hacen ni dicen nada porque Juanjo es la autoridad”, afirma por teléfono.
En 2013, relata, se enteró de que un niño llamado Jean había denunciado con la ayuda de unos voluntarios al sacerdote. “El proceso se paró porque Juanjo lo corrompió todo, no salió nada en la prensa y ese niño desapareció”, asevera. El joven dice que preguntó a los salesianos qué había sido de Jean y estos le dijeron que fue trasladado a otro centro. Yehouenou cuenta que intentó localizarle en el supuesto nuevo hogar, pero afirma que allí le dijeron “que Jean no había llegado”.
Entonces, buscó ayuda en Internet y encontró a José Miguel Núñez, consejero regional de los salesianos en la Región Europa Oeste, al que escribió para contarle
su caso —con nombres y apellidos— y pedirle ayuda. Núñez asegura a EL PAÍS que el caso de Gómez es un asunto de las autoridades de Benín y es responsabilidad de la provincia eclesiástica a la que pertenece dicho salesiano. También ha asegurado que cuando le llegó la carta de Yehouenou la remitió a la fiscalía. “La congregación ha protegido y acompañado a las víctimas”, dice Núñez.
“Gómez compró el silencio de varios chicos”, afirma una de las víctimas
Los Salesianos de España afirman que comunicaron los hechos a la fiscalía
“Solo queremos justicia”
“A partir de ese día [tras enviar la carta] comenzó un calvario. Me seguían, me robaron el móvil, me dieron palizas, entraron en mi casa para buscar pruebas y la destrozaron”, confiesa. Por miedo a que le pasara “lo mismo que a Jean” escapó a Burkina Faso con la ayuda de otro salesiano, donde pasó un año y medio. “Llegó un momento en el que querían hacerme desaparecer. Ese cura me ayudó, pero cuando le dije que iba a hablar con la prensa dejó de cogerme el teléfono”, comenta.
Según Yehouenou, Gómez consiguió comprar el silencio de varias víctimas. Tres años después de contar su caso, el joven dice que no ha recibido ninguna respuesta de los tribunales ni información de las conclusiones del proceso canónico. Hace tres meses volvió a Benín y admite que no encuentra trabajo “porque Juanjo controla el lugar a través de su gente”. Yehouenou asegura que en el centro de Porto Novo, por donde pasan una media de 60 niños al año, sigue habiendo víctimas. “Solo queremos justicia. Juanjo es un abusador y ha destruido la vida de muchos de nosotros. Los salesianos le han protegido siempre”, subraya.
Si conoce algún caso de abusos, escríbanos con su denuncia a