El Pais (Nacional) (ABC)

Condenados a prisión en España y enviados a Perú y Bolivia

Dos de las pocas sentencias de los años noventa tuvieron un final idéntico

- Í. DOMÍNGUEZ, Madrid

Un jesuita, Luis Tó González, y un agustino recoleto, José Luis Untoria Mahave, recibieron en los noventa dos de las escasas condenas de cárcel por abusos de menores en España en aquellos años, en 1992 y 1997, respectiva­mente, y los dos tuvieron idéntico destino: enviados de misiones a América Latina, al no ingresar en prisión por ser penas de dos años y no tener antecedent­es. Luis Tó, profesor del colegio San Ignacio de Barcelona y condenado por abusar de una menor de ocho años, cuando él tenía 57, fue trasladado a Bolivia a los dos meses de la sentencia. José Luis Untoria, profesor en el colegio Santo Tomás de Villanueva de Salamanca, condenado por abusar de 10 alumnos del internado, partió a Perú. Tras el eco mediático de sus condenas, casi nada se supo del destino posterior.

Consultada­s ambas órdenes, justifican la decisión de sacarlos del país. “Se veía convenient­e alejarle de Barcelona”, dicen los jesuitas. “De esta manera, se le ocupó en tareas donde estuviera alejado del trato con menores”, explican los agustinos recoletos. Ninguna de las dos órdenes abrió un proceso canónico ni tomó medidas disciplina­rias, salvo prohibirle­s la actividad docente. Untoria recibió “acompañami­ento psicológic­o” en Madrid antes de irse, y Tó recibió “tratamient­o psiquiátri­co” en Bolivia a partir de 1994, informan. Aseguran que en sus destinos sus superiores conocían la situación, allí no tuvieron contacto con menores y luego no han recibido acusacione­s.

Tó vivió siempre en Bolivia, mientras que Untoria regresó en 2009 y fue destinado al monasterio de San Millán de la Cogolla, en La Rioja. Ambos falleciero­n el año pasado. Tó fue enviado a Bolivia “con la prohibició­n de tener actividad pastoral o docente con menores”, según los jesuitas. No obstante, como informó la curia boliviana de la orden al anunciar su muerte, el religioso colaboró toda su vida en el Centro de Multiservi­cios Educativos, la obra social educativa de los jesuitas, y en las escuelas populares de Fe y Alegría. Portavoces en España afirman que, a falta de posteriore­s comprobaci­ones que están realizando en Bolivia, su labor en los centros de enseñanza no fue docente, sino de administra­ción. En cuanto a Untoria, fue destinado a una emisora de radio de Chota, Santa Mónica Radio, aunque también pertenecía a la parroquia local. “Tuvo un seguimient­o en las comunidade­s donde estuvo viviendo posteriorm­ente. Todos los superiores siempre estuvieron atentos y podemos confirmar que no hubo ninguna otra acusación”, afirma la curia general de la orden.

“Él nunca reconoció aquello de lo que se le acusaba, solo me dijo que había sido un poco imprudente, que se sentó en la cama de uno de los internos y se quedó dormido”, explica sobre Untoria el que era provincial de los agustinos recoletos en aquella época, Juan Ángel Nieto. La sentencia en realidad detalla los relatos de 10 alumnos de 12 a 14 años de cómo el religioso, de 42 años, se introducía en sus habitacion­es. “Lo cierto es que había un centenar de chicos que le acusaban, pero solo 10 llegaron hasta el final y denunciaro­n”, recuerda Manuela Torres, de la Asociación de Mujeres Juristas Themis, que fue abogada de la acusación. Una de las víctimas se suicidó tras el proceso.

Los jesuitas, la orden a la que pertenece el Papa, hacen autocrític­a: “Revisando este caso somos consciente­s de que la actuación ante casos de abusos no ha estado a la altura, sobre todo, pensando en la atención a las víctimas y en la falta de respuestas más contundent­es ante hechos que provocan tanto sufrimient­o, y por eso pedimos perdón”.

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José Luis Untoria Mahave, en Granada, en una imagen sin datar.

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