Un blindaje inédito de seguridad
4.000 agentes garantizaron la ausencia de incidentes antes y durante el partido
La ausencia de incidentes y un ambiente festivo fueron las notas predominantes de los prolegómenos de la final. El fuerte dispositivo de seguridad, con más de 4.000 efectivos, impidió que se registraran altercados en el estadio Santiago Bernabéu.
Los 81.000 asistentes al estadio tuvieron que superar hasta tres filtros distintos para poder llegar a sus asientos. El primero, situado a unos 500 metros del campo, era solo un control visual que consistía en vehículos pesados —camiones y furgonetas policiales— aparcados en mitad de la calzada. El segundo era el más estricto. Lo componían los agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP, conocidos como antidisturbios) y los 1.700 efectivos de la seguridad privada contratada por el Real Madrid. Solo podían acceder los aficionados con entrada. “Esta seguridad es espectacular. Algo así se podía haber montado en Argentina y no habríamos tenido que venir hasta aquí”, explicó Mario, un joven bonaerense que se había gastado 800 euros para viajar a Madrid.
Los agentes cacheaban al detalle a los asistentes para impedir que introdujeran objetos peligrosos. Los aficionados accedían a estos filtros por pasillos instalados de manera perpendicular a su llegada para evitar cualquier tipo de avalancha.
El tercer y último control estaba justo en los aledaños del Bernabéu, con nuevos cacheos y apertura de bolsos y mochilas. En este punto se hallaban agentes de la policía argentina que se desplazaron a Madrid para impedir la entrada de los hinchas más violentos. “Hasta el momento no hemos detectado a ningún elemento radical. El dispositivo está muy bien montado”, explicó el comisario Córdoba, perteneciente a la policía de Buenos Aires y especializado en este tipo de encuentros.
El dispositivo policial lo formaban 2.054 agentes de la Policía Nacional, de los que casi la mitad llegaron procedentes de otras provincias. “Esto es un paseo. La gente tiene ganas de divertirse y no de armar ninguna bronca”, bromeaba un agente de la UIP de Gijón. La situación estaba tan prevista que si hubiera habido enfrentamientos los heridos de cada hinchada habrían sido trasladados a hospitales diferentes para evitar nuevos choques. El Samur tan solo atendió a un aficionado del River por un esguince durante todo el domingo.
Uno de los momentos de mayor expectación fue la entrada pasadas las 18.30 del autobús de
Boca, escoltado por caballos, motos y furgonetas policiales. Sus seguidores se arremolinaron y vitorearon a la plantilla, a la que no pudieron identificar debido a que el vehículo llevaba los cristales tintados.
El excesivo control hizo que se formaran largas colas junto al Bernabéu, lo que aprovecharon los aficionados para corear cánticos, a veces contra la hinchada rival. Eso sí, los seguidores estaban separados por un fuerte cordón policial para evitar cualquier altercado.
La entrada al estadio se hizo de manera pausada, lo que aprovecharon bastantes negocios de la zona para hacer una fuerte recaudación. Los aficionados se quedaron en los bares tomando cerveza antes de acceder al estadio. Eso sí, predominó en todo momento el buen ambiente. El dispositivo policial lo completaron integrantes de caballería, una docena de perros y especialistas en subsuelo. Desde el aire un helicóptero controló en todo momento hasta las entradas de los autobuses para evitar cualquier incidente. “Es impresionante. Nos ha sorprendido el despliegue, a ver si aprenden los nuestros a hacer algo similar”, criticó un aficionado del River, que prefirió no dar su nombre.
La policía también controló que los aficionados no entraran con banderas con símbolos radicales, en los que se hacía apología de las barras, las hinchadas radicales de ambos equipos. Madrid se blindó como nunca para un duelo histórico.