Ludmila Alekséyeva, histórica defensora de los derechos humanos en Rusia
Ludmila Alekséyeva, una histórica figura en la defensa de los derechos humanos en Rusia, falleció el sábado en Moscú a los 91 años. Emprendedora y optimista, Alekséyeva inició su actividad en el movimiento disidente de la URSS en los sesenta.
En 1950, comenzó a dar clases, tras estudiar historia en la Universidad Estatal de Moscú. En 1952, ingresó en el Partido Comunista de la URSS (PCUS) y, para 1956, cuando concluyó sus estudios de posgrado, su piso era ya un centro de difusión de samizdat, la literatura clandestina de confección casera.
En 1968, fue expulsada del PCUS y despedida del trabajo. Por esa época, comenzó a mecanografiar los boletines de Crónica de los acontecimientos actuales, que en sus 14 años de vida informaron de cientos de procesos de origen político. En 1976, ingresó en una nueva organización de defensa de derechos humanos, el Grupo de Helsinki de Moscú. Obligada a emigrar en 1977, se estableció en EE UU. Allí publicó Historia del pensamiento disidente en la URSS.
De vuelta a Rusia en 1993, fue elegida presidenta del Grupo de Helsinki de Moscú en 1996 y dirigió su federación internacional de noviembre de 1998 a 2004.
En 2002, se integró en la Comisión de Derechos Humanos adjunta al presidente de Rusia, desde donde protestó contra la guerra en Chechenia. Al año siguiente, se pronunció contra de la intervención norteamericana en Irak. El 31 de diciembre de 2009, fue detenida en una manifestación en apoyo al artículo 31 de la Constitución, que establece la libertad de reunión.
En 2014, tras la intervención rusa en Ucrania, Alekséyeva firmó una declaración exigiendo al Kremlin “interrumpir la aventura agresiva y retirar las tropas rusas del territorio de Ucrania y cesar el apoyo propagandístico, material y militar a los separatistas del sudeste de Ucrania”. Después, se pronunció contra la prohibición del Mezhlis, el órgano de autogobierno de los tártaros de Crimea
Su domicilio, en el popular barrio moscovita del Arbat, atraía a activistas, perseguidos, intelectuales y políticos, tanto internacionales como rusos. Uno de estos, el 20 de julio de 2017, fue el presidente Vladimir Putin, quien acudió a felicitarla por su cumpleaños y le llevó de regalo un grabado con una vista de Eupatoria, la ciudad natal de Alexéyeva en Crimea. Ella aprovechó para pedirle que indultara a un condenado por asesinato, de cuya inocencia estaba segura.