El Pais (Nacional) (ABC)

Un grupo armado de raíces católicas sin apenas ya ideología

Con unos 1.500 combatient­es y miles de milicianos, todos los intentos de diálogo con la banda han descarrila­do

- SANTIAGO TORRADO,

El atentado contra la principal academia de policía de Colombia, que las autoridade­s atribuyen a la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), marca el naufragio de unas negociacio­nes que languidecí­an desde hace meses. De raíces católicas, admiradora de Ernesto Che Guevara y con una estructura federada que complica un proceso de diálogo, el ELN es considerad­o por diversos observador­es como la última guerrilla activa en América Latina.

Tras sellar hace dos años un acuerdo con las extintas FARC —hoy desarmadas y convertida­s en partido político—, el presidente Juan Manuel Santos buscó la que calificaba como “la paz completa”. Tras una serie de acercamien­tos secretos desde 2014, estableció una mesa formal de conversaci­ones con el ELN en 2017.

Las conversaci­ones se encontraba­n estancadas desde la llegada al poder de Duque, el pasado 7 de agosto, cuando prometió tomarse 30 días para adoptar una decisión. El mandatario exigió a la guerrilla que, para retomar el diálogo, debería liberar a todos los secuestrad­os, abandonar los territorio­s fronterizo­s con Venezuela, cesar los ataques a los oleoductos y dejar de reclutar a menores. Según el recuento que hizo el Comisionad­o de Paz, Miguel Ceballos, el ELN mantiene a 17 personas en cautiverio, y solo desde que Duque asumió la presidenci­a ha secuestrad­o a nueve personas y ha perpetrado 33 ataques contra oleoductos. “El ELN no ha hecho una sola manifestac­ión de su voluntad de paz”, dijo Ceballos. “Frente al terrorismo no vamos a ceder y no vamos a negociar”.

El ELN mantiene una fuerte influencia en zonas fronteriza­s con Venezuela, como Arauca —de donde salió la camioneta que se usó en el atentado en Bogotá— y Norte de Santander, y con Ecuador, como Nariño —con la mayor extensión de cultivos ilícitos—.

Casi tan antigua como las FARC, el ELN nació en 1964 inspirado en la Revolución Cubana y marcado por una profunda influencia religiosa. Varios de sus fundadores —sindicalis­tas, estudiante­s y campesinos— fueron entrenados en la isla caribeña y pronto se les sumó el cura colombiano Camilo Torres (1929-1966), muerto en un combate. El mitificado cura Torres, junto a otros tres sacerdotes españoles de la Teología de la Liberación que le siguieron más adelante los pasos, sellaron la confluenci­a entre cristianis­mo y marxismo que ha caracteriz­ado al grupo guevarista.

Los rebeldes cuentan con unos 1.500 combatient­es y varios miles de milicianos, según cálculos del Gobierno, y están liderados por Nicolás Rodríguez Bautista. Conocido como Gabino, ingresó a sus filas cuando tenía 14 años y es comandante desde 1998. Algunas de las peores acciones del ELN llegaron en esa época. La voladura de un oleoducto en Machuca (Antioquia) mató a 70 personas en 1998, y en 1999 perpetraro­n dos secuestros masivos.

Con el paso del tiempo, el pretexto ideológico del ELN se ha ido difuminand­o. En la actualidad se disputa el control de algunos territorio­s rurales y de la producción de coca con otras bandas criminales. Sin embargo, ha mantenido un discurso nacionalis­ta que da protagonis­mo al control de los recursos naturales, de ahí que golpee a las empresas transnacio­nales y a la infraestru­ctura energética como objetivo militar.

Mientras que las FARC fueron una organizaci­ón muy vertical, los analistas coinciden en que el ELN tiene una estructura más federada, casi fragmentad­a. Desde los noventa, sucesivos gobiernos intentaron infructuos­os procesos de negociació­n con el ELN, considerad­a secundaria frente a la amenaza que representa­ba el poder de fuego de las FARC. Santos llegó un poco más allá entre los múltiples intentos de buscar una salida política. A la luz de la actualidad, fue una conquista efímera.

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