Tres muertos en un ataque terrorista con rehenes en Francia
Francia vivió de nuevo ayer el recuerdo dramático del terrorismo que ha golpeado en varias ocasiones en 2015 y 2016 con cientos de víctimas mortales. Redouane Lakdim, francés de origen marroquí, de 26 años y presuntamente asociado al Estado Islámico, se atrincheró durante varias horas en un supermercado de Trèbes, al sur del país. El secuestrador asesinó al pasajero del vehículo que robó a primera hora, atacó a un grupo de policías y más tarde mató a dos de los rehenes en el centro comercial, antes de ser abatido por la policía. Uno de los 16 heridos fue un teniente coronel de la gendarmería, que cambió su puesto por el último de los rehenes y que estuvo hasta el final con Lakdim.
Un joven de 26 años, Redouane Lakdim, asesinó ayer a tres personas e hirió a 16 en el sur de Francia. El ataque empezó poco antes de las once de la mañana en Carcasona, donde robó un vehículo, mató de un tiro en la cabeza a un pasajero e hirió a otro. Después, condujo hasta Trèbes y en el camino disparó a cuatro antidisturbios, que volvían de correr, e hirió a uno en el hombro. Más tarde irrumpió en un supermercado al grito de “Alá es grande”. Mató a dos personas e hirió a un policía. Tres horas y media después, las fuerzas de seguridad francesas le mataron. Celinne Pelotte, de 49 años, lo vio desde la ventana de su casa: un Opel Corsa blanco conducido por un joven intentaba atropellar a un grupo de antidisturbios justo cuando llegaban al cuartel, tras su entrenamiento. “Y luego se oyeron varios disparos”, explicó sobre la ráfaga de tiros que Lakdim lanzó contra los agentes.
Redouane Lakdim, nacido en Marruecos, tenía antecedentes por tráfico de drogas y delincuencia común. La policía le fichó por primera vez en 2014. Al año siguiente, se le condenó a un mes de prisión por delitos comunes y la policía francesa le monitorizó sin que hubiese “ninguna señal” de que pudiese cometer un acto terrorista, según explicó ayer el fiscal François Molins.
Lakdim vivía justo detrás de la casa de los antidisturbios, en el barrio de Ozanam, en Carcasona, una zona donde abundan las viviendas de protección oficial, a las afueras de la ciudad francesa, considerada patrimonio de la humanidad. Desde allí siguió su ruta. Condujo poco más de seis kilómetros, lo que separa Carcasona de Trèbes, en línea recta hasta el gran supermercado U, al que suelen acudir los habitantes de este municipio. Lakdim entró al grito de “Alá es grande”, atemorizando con un arma al medio centenar de personas que había en el interior. André Vivent, de 76 años, era una de ellas. Estaba en el establecimiento, como cada viernes, cuando se topó con el terrorista. “Le vi de refilón”, contó ayer a las puertas de la comisaría de policía, donde acudió a declarar como testigo. Vivent corrió a refugiarse con una docena de personas más en una especie de cámara frigorífica en la parte trasera del supermercado. Estuvieron allí más de una hora, dijo, hasta que finalmente lograron escapar.
Camille, que prefirió no dar su apellido, también estaba en el momento del asalto, ya que es cajera en el supermercado. Entre llantos, la mujer solo alcanzaba a decir que se escondió en una espe-
cie de garaje. Lakdim se atrincheró en el establecimiento, tomando a un grupo de rehenes. El joven exigió la liberación de Salah Abdeslam, el terrorista superviviente del ataque de París en 2015 que se cobró 130 vidas, según contó el alcalde de Trèbes, Eric Menassi. Y dijo ser miembro del Estado Islámico, que luego reivindicó el ataque.
Las unidades de élite abatieron a Lakdim poco antes de las tres de la tarde, cuando oyeron a través del teléfono de un policía que se intercambió por una de las rehenes que el terrorista había abierto fuego. “Le disparó en dos ocasiones”, contó el fiscal, sobre el agente, que a última hora de ayer se debatía entre la vida y la muerte.
El ataque de Lakdim duró en total menos de cuatro horas. Durante todo ese tiempo se mantuvo confinados a los alumnos en las escuelas y no salieron hasta las cinco de la tarde. “Nunca había pasado algo así”, lamentó un joven francés, de origen marroquí, que se acercó hasta el supermercado, todavía acordonado por la policía. Como él, diversos grupos de chavales de origen marroquí seguían en las inmediaciones lo que ocurría. El joven, que pidió no ser identificado, dijo conocer “de vista” al detenido. “Ser joven y de barrio aquí es duro. Hacer las cosas bien no es sencillo”, lamentó el joven, que también vive en la periferia de Carcasona. Iba acompañado de su mujer, una española que también pidió no ser identificada. “No quiero buscarme problemas, que alguien nos diga que somos soplones o algo así”, se excusó el joven.
Una mujer detenida
Los ánimos estaban caldeados ayer en el barrio donde vivía Lakdim. La policía detuvo a última hora a una mujer que “compartía la vida” con el terrorista, según dijo el fiscal Molins, acusada de “asociación de malhechores en relación con un acto terrorista criminal”. Y también registró la casa de la madre del joven, que acudió junto con una hermana hasta el supermercado para intentar convencerle de que saliese del recinto y liberase a los rehenes. “Dejad de grabar, marchaos de aquí”, gritaban a la prensa un grupo de chavales, que iban de cámara en cámara.
En Carcasona se vivió con perplejidad lo sucedido. La ciudad es un apacible destino familiar y turístico en el sur de Francia, donde no suelen ocurrir este tipo de cosas, explican diversos vecinos. Aunque algunos señalaban que desde hace años temen que se haya generado el caldo de cultivo adecuado, previo a la radicalización, en algunas barriadas de las afueras, fruto de la falta de recursos.
A pesar de lo sucedido, y de los helicópteros militares, los furgones policiales y las sirenas sonando de forma intermitente, a última hora de la tarde la ciudad parecía haber recuperado el latido normal. Aunque Pelotte seguía muy impresionada, en el jardín de su casa. “Les ha disparado varias veces, no lo entiendo”, repetía, junto a su hija.