El Pais (Pais Vasco) (ABC)

Cárceles, escuelas, Internet y retornados: los frentes de la lucha contra el extremismo

- MARC BASSETS, París

Varios agentes de la policía francesa llegan ayer al supermerca­do en Trèbes donde Redouane Lakdim mató a dos personas. El presidente francés, Emmanuel Macron, alertó ayer sobre la amenaza para Francia de un terrorismo que ya no procede de países lejanos sino de su propio territorio. El atentado de Carcasona y Trèbes, en el sur el país, es el último ejemplo. “Desde El triple ataque, perpetrado por Radouane Lakdim, un hombre de origen marroquí con antecedent­es de pequeña delincuenc­ia, y reivindica­do por el Estado Islámico, dejó cuatro muertos —incluido el terrorista— y 16 heridos, según los datos que ofreció el propio presidente en la sede del Ministerio del Interior.

Es el peor atentado de un mandato presidenci­al que, hasta ahora, ha evitado sucesos como los que sacudieron Francia en los años del presidente François Hollande. El último ocurrió el 2 de octubre pasado cuando un hombre mató con un cuchillo a dos mujeres en la estación de tren de Marsella.

Nada comparable a los ataques de 2015 —el atentado en enero contra el semanario Charlie Hebdo y contra el supermerca­do kosher Hyper Cacher; y los múltiples atentados en París y alrededore­s en noviembre— o el de Niza, en julio de 2016. Centenares de franceses murieron en estos atentados de grandes dimensione­s, muy distintos, en la forma y la organizaci­ón, de los ocurridos en el último año, perpetrado­s por hombres que actuaban por su cuenta, algunos sin un perfil ideológico muy definido ni una organizaci­ón detrás.

Macron no dudó en usar la expresión hace unos meses tenemos una amenaza llamada endógena”, dijo Macron en una de sus dos declaracio­nes públicas sobre el peor atentado desde que llegó al Elíseo, en mayo de 2017. “Muchos individuos se han radicaliza­do solos, con perfiles psicológic­os variados, alguno con patologías”. “terrorismo islámico” —vetada por ejemplo en la Casa Blanca de Barack Obama— para referirse a los ataques de ayer.

El patrón del ataque es parecido al de otros recientes. JeanCharle­s Brisard, presidente del laboratori­o de ideas Centro de Análisis sobre el Terrorismo (CAT), señaló en Le Figaro algunos de estos rasgos comunes: un individuo que actúa solo, conocido como pequeño delincuent­e pero no como yihadista y que se fija como objetivo del ataque las fuerzas del orden, cuyos miembros son víctimas del 67% de la violencia terrorista en Francia.

El perfil del delincuent­e reconverti­do en yihadista es frecuente en Francia, como explica el periodista David Thomson en su libro Les revenants (juego de palabras entre los que regresan y los fantasmas). “Algo que favorece aún más la dinámica de yihadizaci­ón de la delincuenc­ia es que logran justificar con el islam un modo de vida delictivo o criminal desde el punto de vista republican­o”, escribe. “La predisposi­ción a la radicaliza­ción religiosa es así, por naturaleza, más fuerte que la media en los ambientes del pequeño delito y también en prisión”.

Las cárceles son uno de los objetivos del plan del Gobierno francés para frenar la radicaliza­ción de ciudadanos y residentes en este país. Más de mil presos están bajo vigilancia por ese motivo. El otro frente son las escuelas. Al mismo tiempo, Francia se prepara para el retorno de franceses que desde 2012 partieron hacia Siria e Irak para combatir con el ISIS. En febrero habían regresado 323, de los que 68 eran menores.

La relativa calma de la presidenci­a de Macron en el frente antiterror­ista, en contraste con su predecesor, no le ha impedido mantener, hasta el pasado noviembre, el discutido estado de excepción decretado tras los atentados de 2015, ni su sustitució­n por una ley antiterror­ista que mantiene algunas de aquellas principale­s medidas excepciona­les. El presidente también ha mantenido, con pequeñas modificaci­ones, la llamada Operación Centinela, el despliegue de 10.000 militares por el territorio francés.

Macron, que llegó al poder con 39 años sin experienci­a en el ámbito de la seguridad, quiso dejar claro desde el principio que en política antiterror­ista mantendría la política de mano dura. Ayer lo ratificó. “Quiero expresar a la nación mi determinac­ión absoluta y la del primer ministro y el Gobierno para llevar a cabo esta lucha”, dijo en un mensaje al país. “Invito a cada uno de nuestros conciudada­nos a ser consciente­s de la amenaza terrorista, pero también de la fuerza y la resistenci­a que nuestro pueblo ha demostrado cada vez que ha sido atacado”.

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/ G. HORCAJUELO (EFE)

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