La ambigüedad del laborismo
El debate en torno a la salida de la UE genera tensiones en la oposición
El Brexit ha conducido al Partido Laborista de Jeremy Corbyn al rincón que cualquier manual de política aconsejaría evitar a toda costa. Cuando todo un país se enfrenta a un debate binario y maniqueo, y el de Reino Unido se reduce a Europa sí, Europa no, quien pretenda ofrecer una respuesta compleja se sitúa irremediablemente, a ojos de la opinión pública, en la ambigüedad.
Jeremy Corbyn es un viejo socialista heredero de la tradición bennista (así llamada por la influencia en el partido del político Tony Benn a finales de los setenta), que deploraba el creciente neoliberalismo de las instituciones europeas. “He criticado en el pasado las políticas de la UE en materia de competitividad, y su desplazamiento hacia el libre mercado. Y es obvio que no me gustó nada el modo en que trató a Grecia durante la crisis financiera. Mi idea es la de una Europa social, con sociedades incluyentes que trabajen a favor de todos los ciudadanos y no de solo unos pocos”, explicaba Corbyn en una entrevista con Der Spiegel.
Sería injusto, sin embargo, afirmar que el Partido Laborista de Corbyn es antieuropeo. La formación defendió la permanencia en la UE en la campaña del referéndum de 2016, y muchos de sus diputados y votantes son firmes partidarios de que Reino Unido siga siendo un socio comunitario.
El problema de Corbyn es que le resulta difícil encontrar un equilibrio entre los diferentes frentes de tensión que le bombardean. Los restos de la época de Tony Blair y Gordon Brown tienen todavía un notable peso en el grupo parlamentario y son proeuropeos. Los sindicatos, y muchos votantes, reclaman que defienda la opción de otro referéndum.
Pero una convicción personal, de la importancia de las urnas en democracia, y el instinto de que la Inglaterra más perjudicada por la austeridad sigue culpando a Bruselas de sus males, mantienen a Corbyn atrapado en su estrategia.
El líder laborista creyó encontrar el equilibrio en el congreso anual del partido en Liverpool en septiembre. Estableció las condiciones bajo las que el partido estaría dispuesto a respaldar un acuerdo del Gobierno con la UE si se cumplían seis condiciones, entre ellas, retener los beneficios que obtiene ahora Londres con su pertenencia a la unión aduanera y al mercado interior, y mantener los derechos laborales. Obviamente, esa “tabla de los seis mandamientos” era un modo de anticipar lo que ha ocurrido. El partido había anunciado su intención de votar en contra del acuerdo de May, y esta aún no ha comenzado a negociar con la UE la relación futura, con lo que difícilmente podría asegurar que está dispuesta a cumplir esas exigencias.
El problema para Corbyn es que la presión a favor de un segundo referéndum no ha dejado