Una elección colectiva, “a la sueca”
Los nuevos colores del recién reinaugurado Museo Nacional de Estocolmo se decidieron “a la sueca”, como admite la exconservadora jefa de la pinacoteca, Helena Kaberg. Es decir, a través de reuniones en círculo donde los responsables del museo votaron a mano alzada por la tonalidad idónea, escogiendo entre varias de las opciones planteadas.
No hubo grandes discrepancias entre los expertos consultados. La conservadora admite solo “dos o tres desacuerdos puntuales” con la autoridad que gestiona el patrimonio histórico en el país escandinavo. Pero ganó la disputa a través de un ejercicio comparativo entre una pared blanca y otra pintada de tonalidades intensas.
En todos los casos, el color salía ganando. “El blanco nuclear es una idea propia del arte moderno. Cuando se coloca un cuadro pintado en cualquier siglo anterior al XX, el resultado es un agujero negro. Estas obras fueron concebidas para ser vistas sin luz artificial, a la luz del día o usando velas”, señala Helena Kaberg.