El Pais (Pais Vasco) (ABC)

Las postales que evocan los ‘murillos’ del siglo XXI

Personalid­ades del arte y de la ciencia recrean imágenes que han marcado su vida

- RAÚL LIMÓN,

Bartolomé Esteban Murillo (Sevilla, 1618–1682) fue un alquimista de la pintura y de su sociedad. Modeló la realidad para narrar historias, recurrió a todos los elementos de su entorno para armarlas y utilizó desde la tierra para crear pigmentos hasta la calle para recrear escenarios. Las múltiples facetas de Murillo se analizaron ayer en Sevilla en un encuentro organizado por EL PAÍS y la cadena SER con la colaboraci­ón de CaixaForum, Año Murillo y el Ayuntamien­to de la capital andaluza.

“A veces me escribe la infancia / una tarjeta postal: ¿Te acuerdas?” Estos versos del poeta alemán Michael Krüger en su libro Previsión del tiempo (NorteySur) sirvieron a Juan Cruz, adjunto a la directora de EL PAÍS, para arrancar a los participan­tes en el encuentro (elegidos como Los Murillo del siglo XXI, título del acto) las evocacione­s de la ciudad que, al igual que le sucedió al pintor sevillano, han influido en su visión de España.

Benito Navarrete, profesor de Historia del Arte y director del departamen­to de Historia y Filosofía de la Universida­d de Alcalá, destacó cómo Murillo permea toda la sociedad, donde todas las clases sociales han tenido una reproducci­ón de alguna obra del pintor.

“El pueblo marca mucho”, recordó la actriz Ana Fernández, natural de Valencina de la Concepción (Sevilla). “Y le debo todo a esta ciudad, incluidos los 20 años que he pasado fuera”. “Sin tener prisa, me contagié de la que hay en Madrid. Olvidé los paseos”, rememoró para destacar la importanci­a de las raíces, como las que marcaron la obra del autor barroco.

María Pagés relató que, si es bailaora, es por haber nacido en Sevilla: La “teatralida­d” y la “ceremonia” de la ciudad en sus costumbres, que definió como un “proceso creativo continuo”, han marcado a la artista al igual que lo hicieron con el pintor.

Luis Gordillo, uno de los grandes del arte contemporá­neo en España, recordó sus orígenes gitanos y vallisolet­anos y cómo han influido en su obra y en su vida, en el disfrute y en el “control”, esa caracterís­tica “siesa” que limita la vida. “He aprendido mucho con el tiempo. He sido un niño moderno en una Sevilla muy popular. Ahora he descubiert­o a Murillo. Creí que era cursi y tierno. Pero las exposicion­es de la ciudad me han revelado a un artista de pueblo, que hace una teología popular y un fabuloso manejo de la pintura”, destacó.

Navarrete justificó los prejuicios de los que se ha librado Gordillo en una imagen creada de forma voluntaria por el autor, a quien definió como un “experto en manejar las redes sociales de la época”, en referencia a las hermandade­s, cofradías y gremios. “Murillo es un elemento de atracción porque llega a todo el mundo. Pero detrás de toda su obra hay una metáfora. Nos ha engañado a todos”, relató el historiado­r.

Adela Muñoz, catedrátic­a de Química Inorgánica de la Universida­d de Sevilla, destacó la importanci­a de las miradas de Murillo para adoptarlas y poder afrontar así la belleza de la ciencia y descubrir sus secretos. En el mismo sentido se pronunció el médico e investigad­or Guillermo Antiñolo, quien destacó la importanci­a de renovar la mirada sobre Murillo y su influencia. “Repensar las cosas es propio del siglo XXI”, concluyó.

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