Crímenes

La fórmula de Asesinato en... (Calle 13) consigue un doble objetivo: entretener y potenciar el turismo, y lo hace desde la convicción de que las series pueden ser arte, entretenimiento y, desde luego, un salón de la casa que hay que llenar. Ciertamente, no hay capítulos deslumbrantes, pero sí eficacia: se cuentan historias y se cuentan bien.

Son capítulos autónomos, con distintos equipos técnicos y artísticos, coproducidos por Francia y Bélgica. El componente detectivesco cumple escrupulosamente con la igualdad de géneros: los detectives o fiscales son siempre una pareja de distinto sexo.

Uno de los mejores capítulos, Asesinato en Saint Malo, permite mostrar en todo su esplendor la ciudad de la Bretaña, su impresionante muralla, la catedral de Saint-Vincent o el Fuerte del Petit Bé y el Fuerte Nacional. Es el componente de propaganda turística que distingue a la serie, que se recrea en los variados escenarios donde se cometen los correspondientes asesinatos: en Aveyron, Bayona, Guérande, Borgoña, Somme, Rochelle o Grasse, por citar algunos de los capítulos.

Una de las ventajas de las rotaciones de intérpretes de los programas es evitar el encasillamiento de los o las protagonistas, algo que, por ejemplo, no evita la también serie francesa Candice Renoir (AXN), a cuya protagonista, Cécile Bois, le costará muy mucho desprenderse del personaje tras seis temporadas, y al espectador probablemente menos olvidarse de los inevitables tics interpretativos de la comandante de Séte, cerca de Montpellier.

En resumen, Asesinato en... cumple con la evidente atracción francesa por lo policiaco, una tendencia que viene de lejos, desde que Marcel Duhamel creó en 1945 la Série noire para la editorial Gallimard o André Bretón manifestara públicamente su admiración por Dashiell Hammett. Desde entonces ha llovido mucho, y el cine y las televisiones han dejado, y dejan, constancia de lo atractivo del género y de su enorme aceptación popular.