«NO JUZGA A SUS PERSONAJES»
Fiel lectora del escritor turco, la artista asegura que leer sus libros es «entender la diversidad»
La primera vez que leí a Orhan Pamuk fue en Me llamo Rojo y me enganchó la manera tan original con la que me llevó al mundo de los ilustradores otomanos. Con Estambul me cautivó. Su ciudad surte un efecto similar al de Macondo en García Márquez, la Comala en Rulfo y Yoknapatawpha en Faulkner. Me abrió los ojos a un mundo que, pese a su proximidad geográfica, nos resulta tan lejano, a historias humanas que sobreviven a su difícil realidad. Pamuk huye de juzgar a sus personajes, a los que jamás edulcora porque no cree en el moralismo y menos en el literario. Yo fui descubriendo en él al alquimista que es capaz de mezclar en sus libros, métodos, procedimientos, costumbres e historia de Oriente y Occidente, y vagar entre ambos mundos sin el más mínimo complejo de culpabilidad, dando la mano a
Joyce, Kafka, Nabokov y Proust.
Me gusta el fuerte e inevitable compromiso social que mantiene con la política, pese a manifestar que no le gusta y que le ha llevado a ser procesado e incluso amenazado de muerte por integristas islámicos. Suele hablar del peligro del silencio que omite lo que importa. Todo lo que no se nombra genera represión individual o colectiva y esto produce violencia. Pamuk es consciente de que «solo los intelectuales luchan por las ideas elevadas» y por ello describe los grandes movimientos demográficos, que son los que producen los verdaderos y grandes cambios culturales. En un momento como el que vivimos, leerlo es entender la diversidad y mirar al otro con empatía, con la convicción de que construir el futuro depende de entender mejor nuestro pasado. Soprano, compositora y directora de orquesta. Directora Artística y Ejecutiva del MadWomenFest.