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Andrew Bolton, el comisario detrás del Costume Institute del Met de Nueva York
Andrew Bolton (Blackburn, Lancashire, 1966) es el comisario de moda más influyente del planeta. Procedente del Victoria & Albert Museum, fue fichado en 2002 por el Costume Institute del Metropolitan de Nueva York, del que se convirtió en conservador jefe en 2015. El éxito apoteósico de Savage beauty, la exposición sobre Alexander McQueen que ideó en 2011 junto a su predecesor en el cargo, Harold Koda, provocó que la moda se adentrase hasta en las más solemnes pinacotecas. Desde entonces, todos los museos quieren su propio blockbuster. Pero este afable británico, que logró robar algo de protagonismo a la mismísima Anna Wintour en el documental El primer
lunes de mayo, no quiere repetir recetas conocidas. Su nueva exposición, Heavenly bodies – Fashion and the catholic imagination (Cuerpos celestes: la moda y la imaginación católica) explorará, a partir del 10 de mayo, la relación entre el clérigo y la creación textil. Bolton respondió a nuestras preguntas durante su paso por la última fashion week en París.
Dice elegir los temas de sus muestras en función de «su relevancia en la cultura contemporánea». ¿Qué le incitó a relacionar la moda con la religión?
Llevaba años fijándome en la vigencia de un vínculo que, en realidad, es histórico. Religión y moda son sistemas de conocimiento que operan a partir de un lenguaje visual. Ambas se fundamentan en códigos y funciones que sirven para expresar ideas complejas respecto a la identidad. Y funcionan a partir de puestas en escena y gestos performativos. La semiótica es lo que las conecta.
¿Qué diseñadores han sentido una mayor influencia religiosa?
Existen muchos ejemplos de modistos influidos por el simbolismo y la iconografía católica, desde Jeanne Lanvin y sus vestidos inspirados por los ángeles de Fra Angélico en el Quattrocento italiano, hasta casos más recientes como Versace o Dolce & Gabbana. Pero tres nombres prevalecen. El primero es Cristóbal Balenciaga, católico practicante y hombre de una profunda espiritualidad, que tal vez sea el que más influido se vio por el atuendo religioso. El segundo caso es Madame Grès, cuyos vestidos tenían un minimalismo y un ascetismo emparentado con el hábito coral. Por último, la estadounidense Claire McCardell creó en 1938 el llamado monastic dress (vestido monástico), que se vendía en negro y en marrón. Es decir, los colores de franciscanos y dominicos…