El Periódico Aragón

Un magistrado que ocupó destacados cargos en la Guinea Ecuatorial española

- JAVIER ORTEGA JUEZ MAGISTRADO FALLECIÓ EL DÍA 29 DE MARZO EN ZARAGOZA, A LOS 92 AÑOS

Rafael Galbe Pueyo, que fue Comisario General Adjunto de Guinea Ecuatorial y presidente de su Tribunal de Justicia, falleció en Zaragoza a los 92 años. Estaba soltero y le sobreviven una hermana y varios sobrinos, entre otra familia.

Nació en 1919 en Zaragoza, en cuya Universida­d estudió Derecho. Como Oficial Jurídico de Complement­o fue marino durante la guerra civil a bordo del crucero Canarias que llegó a Mallorca en 1937. Allí conoció al que sería su amigo José Orlandis, sacerdote y jurista. En su libro Memorias de medio siglo en Aragón, Orlandis recuerda la ayuda que el entonces juez de Instrucció­n de Jaca, Rafael Galbe, le prestó el 7 de octubre de 1951 para gestionar los permisos necesarios para l l egar a l a f rontera en Candanchú, por donde iba a llegar José María Escrivá, fundador del Opus Dei.

Rafael Galbe fue juez en Cariñena y Jaca, presidió durante muchos años el Tribunal Superior de Justicia de Guinea y ter- minó su carrera profesiona­l en 1987 como presidente de la Sala de los Contencios­o Administra­tivo de la Audiencia Territoria­l de Zaragoza.

Su amigo Hipólito Gómez de las Roces destaca «su comportami­ento profesiona­l eficiente, como lo fue toda su vida» y lo recuerda como «una persona reflexiva, creyente y sobre todo servicial». Durante otra etapa en Gui- nea fue Comisario General Adjunto y en reconocimi­ento a su actividad recibió en 1968 la Orden de África, con la categoría de Gran Oficial.

Vivió un momento convulso cuando a principios de los sesenta se suscitó una revuelta independen­tista encabezada por Acacio Mañe. El entonces Gobernador, Faustino Ruiz González, quiso cortar por lo sano y dar un escarmient­o al cabecilla, pero «se les fue de la mano y Acacio se quedó en el sitio», según el libro Los últimos de Guinea. El fracaso de la descoloniz­ación, Hernández. Se urdió una estrategia para hacer desaparece­r la prueba: «Cuando el Gobernador recibiese el telegrama El pescado está fresco, sería señal de que Mañe habría sido arrojado al océano». Pero el escrito también llegó a conocimien­to de Rafael Galbe, Presidente del Tribunal de Justicia. Montó en cólera e inmediatam­ente convocó al Fiscal y a los magistrado­s que tenían que constituir el tribunal. «Era un hombre honesto, temperamen­tal y vehemente y de una gran rectitud moral». «Esto es un crimen y no podemos dejarlo impune», dijo. «Era necesario procesar al Gobernador como máxima autoridad responsabl­e», según el citado libro. A consecuenc­ia de lo cual el juez Galbe sufrió persecució­n.

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