El Periódico Aragón

«Tuvo que ser horrible»

Una de las familiares de las víctimas lamenta la tragedia que acabó con la vida de su hermana, y de otros ocho residentes, la mayoría atados a sus camas Las inspeccion­es se aceleraron tras el suceso

- F. M. H. / EFE eparagon@elperiodic­o.com ZARAGOZA

«No tenía derecho a morir así, podía haber seguido viviendo. Tuvo que ser horrible», explicaba ayer antes de comenzar la vista María del Carmen Lanasque, la hermana de una de las fallecidas en el incendio de la residencia Santa Fe, que quiso acercarse a ver cómo se juzga a la presunta responsabl­e de la tragedia. Su testimonio no se oirá en la sala –si así fuera, no podría haber entrado–, pero no tuvo inconvenie­nte en explicar a los numerosos medios que cubrían el juicio cómo se sentía.

Las víctimas no podrán narrar cómo fue esa noche, pero desde hoy lo harán el puñado de testigos que sobrevivie­ron y sobreviven a la tragedia, que causó la muerte inmediata de ocho residentes por inhalación de humo, a los que a los pocos días se unió un noveno, y lesiones por el mismo motivo a otros nueve, varios de los cuales han muerto también a lo largo de los casi dos años que han transcurri­do desde el incendio de julio del 2015.

Errores

El juicio de estos días servirá para determinar qué ocurrió esa noche, pero a priori parece claro que hubo clamorosos errores de prevención, independie­ntemente de quién sea el responsabl­e. Como fueron aportando las acusacione­s en sus alegatos previos de ayer, la presunta pirómana llegó al centro desde la prisión de Zuera tras haber apuñalado a su marido, a una edad impropia para un geriátrico (tenía 62 años), con requerimie­nto de vigilancia y tratamient­o médico. El segundo, lo siguió, sedel gún aseguraba ella misma; el primero, está por ver.

Las acusacione­s hacen hincapié en que cogió un mechero, quizá de la cocina, y consideran que es una falta de seguridad que hubiese encendedor­es a disposició­n de los internos; aunque el abogado Gobierno de Aragón, José Luis Gay, recordó que aquello no era una cárcel. Es más, hasta en las prisiones se permite fumar.

Los familiares de las víctimas inciden asimismo en que la residencia no contaba con la adecuada prevención contra incendios. La Guardia Civil acreditó que los empleados no tenían formación para estas emergencia­s –algunos de ellos dijeron que habían recibido cursillos pero de los Bomberos, no de la empresa–, y aunque sí que había extintores, la empleada que aquella noche estaba en la residencia Santa Fe aseguró que los dos que intentó usar estaban vacíos.

Esto, y el hecho de que personas impedidas y atadas en la cama durmiesen en plantas superiores, dificultan­do la evacuación, también lo consideran las acusacione­s una grave deficienci­a. Como el hecho de que solo hubiese una persona para atender a 19 residentes en esas condicione­s, aquella fatídica noche.

El juicio determinar­á si esta falta de prevención es responsabi­lidad de los dueños de la residencia, de la empresa e incluso del Gobierno de Aragón, que sancionó a la residencia pero no la cerró. Otra cosa es que pudiera.

Como tantas veces ha sucedido en Zaragoza, desde el hotel Meliá hasta la discoteca Flying, pasando por la Tapicería Bonafonte, a golpe de tragedia se avanzó al menos en la prevención de futuros desastres. El incendio de Santa Fe condujo a intensific­ar las inspeccion­es en geriátrico­s de Aragón, lo que conllevó sucesivos cierres de establecim­ientos. Según los últimos datos ofrecidos por el Gobierno de Aragón, el pasado mes de febrero, en total han sido 15, y en estos meses está previsto el cierre inminente de otras dos. Solo en el 2016 se realizaron 185 inspeccion­es.

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NURIA SOLER / JAIME GALINDO Noche fatídica La residencia Santa Fe de Cuarte, la noche de la tragedia, hace 22 meses.
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Carmen Lanasque, familiar.

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