Suena en Cataluña la música más triste
Ese baile de los malditos, zarabanda o macabra danza pública es la que se está gestionando en la Cataluña irredenta, con el último presidente de la Generalitat,
bailando al ritmo supremacista y xenófobo de un nuevo fascismo (según sus enemigos), mientras los constitucionalistas siguen meneando el esqueleto al más pausado ritmo de los boleros de la Transición. La pista de baile, bajo los focos de la atención mediática, está llena de concursantes que, al pairo de la música que toque la orquesta, y accionando cada vez más lentamente los pies, se mueven en solitario o en parejas, pieza tras pieza, legislatura tras legislatura, sin decidirse a cambiar las normas de su maratón político ni a tomar las riendas de la orquesta, bien para sustituir a los músicos, como querrían unos, bien para hacerlos callar, como desearían otros. Baila como antaño, le recuerda ese chotis chulapón que tan a gusto ensaya
Torra, Aznar Pedro Sánchez, Quim Albert Rivera
por las praderas de San Isidro, llenas de majos, y solo falta para abrir en los salones de Barcelona el baile que le señale sin excluir del todo la sardana, en caso de que la paz vuelva a reinar en la comunidad catalana.
Danzas de locos, política irracional,
Rajoy, Soraya