La participación social hecha voluntariado
Socios de los centros sociales del IASS para personas mayores organizan actividades para sus compañeros
El voluntariado, «como expresión del compromiso solidario a favor del interés general y pilar fundamental de una sociedad democrática avanzada, ha adquirido en los últimos años una indudable relevancia», opina María Ayuda, directora del hogar de personas mayores de Huesca.
La red hogares del Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS) tampoco ha sido ajena al auge de esta modalidad de altruismo. «En nuestro caso –sostiene Ayuda-, ha abierto el abanico de posibilidades» de la oferta de actividades que el hogar de Huesca pone a disposición de sus socios.
A través del programa de envejecimiento activo, el IASS ofrece a los usuarios de los hogares de mayores un amplio catálogo de actividades con el que continuar formándose, creciendo personalmente y mantenerse en forma de una manera divertida. Además, quienes acuden a estos centros pueden también optar por los cursillos patrocinados por la obra social de la Caixa.
Pero, gracias a la colaboración de personas voluntarias, los socios disponen también de un tercer bloque de actividades, que complementa a los dos anteriores.
La tradición del voluntariado en los centros de mayores de Aragón hunde sus raíces en el propio origen de estos establecimientos. «El voluntariado siempre ha estado presente en todos los hogares de mayores, siempre ha habido gente dispuesta a ayudar, como por ejemplo para organizar una competición de petanca, o para ir a las ludotecas a contar cuentos a los niños», recuerda Ayuda.
De hecho, antes de la implantación del programa de envejecimiento activo, el Gobierno autonómico dotaba a los hogares de un presu- puesto para la realización de actividades. Con este dinero se cubrían gastos como los materiales necesarios para las clases, aunque la gran mayoría eran desarrolladas por voluntarios. «Pero ha sido en los últimos años cuando se ha impulsado, incluso a nivel internacional, el reconocimiento del voluntariado», apostilla la directora del hogar de Huesca.
La mayoría de los voluntarios que colaboran en este recurso público son también socios. De sus más de 5.700 miembros, alrededor de 80 ejercen también labores internas de voluntariado. Gracias a ellos, el hogar oscense puede ofrecer alrededor de 20 actividades extra.
«Aunque de vez en cuando viene algún voluntario externo, se ofrece y les abrimos puertas. También tenemos un grupo de voluntarios que es tanto interno como externo, como es el caso de Avimar», una asociación de mayores vinculados a los hogares que trabajan de manara altruista en el ámbito social de la alfabetización informática. «Siempre que les pedimos ayuda nos la dan con creces», agradece Ayuda. Otra de esas colaboraciones externas es la que ejercen las bibliovoluntarias, que acuden desde las bibliotecas municipales de Huesca.
En cuanto al voluntariado interno, «la mayoría son socios del hogar que tienen unos conocimientos específicos en alguna materia y quieren que otras personas aprendan de ellos», explica María Ayuda. Normalmente, esos conocimientos están relacionados con un trabajo o un hobby que estas personas han realizado durante toda su vida.
El equipo de redacción de la revista Vivencias, el aula abierta de informática, los cursos de pintura, de teatro leído o de guitarra, el club de lectura, la organización de juegos tradicionales y torneos de petanca... Nada de esto, ni otras muchas actividades, sería posible sin la
participación de los socios colaboradores. «Este volumen de actividades realizadas a través de voluntarios sería muy complicado alcanzarlo con personal propio», reconoce María, que además destaca «la diversidad» que aportan a la oferta del centro.
Pero su dedicación no se queda entre esas paredes. «El Coro Voces de la Alegría, nuestro grupo de teatro y el de baile en línea acuden a las residencias y centros de día y a donde se nos invita, haciendo un papel importantísimo en la sociedad fuera de nuestro hogar».
Respecto del papel que juega el voluntariado, «lo más visible es que la oferta de actividades del centro aumenta, dando más posibilidades de participación a los usuarios», señala Ayuda. Pero este conlleva unas implicaciones que van más allá. «Las personas mayores reclaman su papel activo en la sociedad, algo justo y merecido. Y, sin duda, su participación en los hogares juega un papel primordial. Esto supone un enriquecimiento mutuo. El centro y los usuarios se enriquecen con todo lo que ellos dan, mientras que para el voluntario también hay un crecimiento personal palpable», opina María Ayuda. Y además, «ponen amabilidad y cariño en todo lo que hacen».