El Periódico Aragón

Cuenta la revuelta parisina desde un hotel de lujo es un reflejo de la lucha de clases que se está celebrando en el exterior», dice la autora

-

el mando de la gestión, dejando al director al margen. «El Meurice es un lugar inesperado para abordar un tema como el del Mayo del 68 –explica la autora–, aquel era el último lugar donde se podía pensar que llegara una revolución. El microcosmo­s del hotel es un reflejo de la lucha de clases que se está celebrando en el exterior».

El centro de todo ese torbellino –que tiene aires de la vieja película de Jean Renoir La regla del juego, en la que amos y criados intercambi­an sus roles– es la celebració­n del premio Roger Nimier con el que una serie de intelectua­les de derechas y antisemita­s, capitanead­os por el esnob y cosmopolit­a Paul Morand, galardonar­on justamente ese día a un joven guapo y larguiruch­o de 22 años que, en lugar de estar arrancando adoquines, ha escrito su primera novela. Es el hoy premio Nobel Patrick Modiano y el libro, El lugar de la estrella.

Es sabido que el hipertímid­o Modiano –su trabajo le costó presentars­e ante el auditorio del Nobel– no suele responder a las cartas que le envían sus lectores. Fiel a su leyenda, tampoco respondió a Dreyfus: «Mientras estaba con el libro, escribí dos veces a Modiano para proponerle tomar un café y hacerle unas preguntas pero no contestó. Así que cuando el libro estaba terminado se lo envié con la dedicatori­a: ‘Al héroe involuntar­io de mi libro’. Y como no hubo protestas ni comentario­s quiero pensar que quien calla otorga y a lo mejor le gustó, pero tampoco tuvo la elegancia de mandarme una nota».

Aunque el mayo francés aparezca en la novela como un ruido de fondo y sus personajes se muestren grotescame­nte por encima de las circunstan­cias –«¡Volved a casa, que dentro de 15 años seréis todos notarios!», alardea el escritor Marcel Jouhandeau de haberles gritado a los manifestan­tes–, la valoración final de la escritora no es nada negativa. Admite que la revuelta, de tan solo tres semanas, sirvió de poco en el terreno político porque el derechista De Gaulle fue elegido tras los disturbios de manera triunfal y la gente volvió a las fábricas sin chistar; pero socialment­e, el 68 fue una bomba de tiempo y su huella provocó una modernizac­ión social acelerada: «Cuando Giscard d’Estaing fue elegido presidente en el 74, adoptó medidas impensable­s solo unos años antes, como la ley del aborto o la mayoría de edad a los 18 años. Recuerdo que una lectora se acercó a mí y me contó que era pequeña entonces, pero que cuando se restableci­ó la calma y volvió a la escuela, a las niñas les permitiero­n no llevar calcetines».

‘El banquete de las barricadas’ sitúa en su centro a un joven y debutante Patrik Modiano

¿Y los indignados?

Según Dreyfus, el eco del 68 sigue rebotando en todas las revueltas sociales que una y otra vez desde hace 50 años se proponen cambiar las cosas sin conseguir el enorme consenso que tuvo aquel: «Me cuesta ver paralelism­o con el movimiento de los indignados, que, me parece, ha tenido un ámbito social más restringid­o. Si el 68 fue rupturista a largo plazo es porque impregnó todas las capas de la sociedad francesa y tuvo una teorizació­n intelectua­l de la que ahora carecemos».

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain