«Tengo la sensación de haber llegado tarde a la profesión. Pero todo llega cuando tiene que llegar»
–Me encantaría. Cuando hice Diamond Flash se me catalogó de una determinada manera y es muy difícil romper con la imagen preestablecida que tienen de ti.
–Quizá por esa catalogación también le ha costado salir del terreno
–Totalmente. Si no hubiera sido por Carlos Vermut no lo habría conseguido. En España, el cine independiente y el comercial se encuentran desligados. En EE.UU. sí que existe una relación más fluida que permite que directores e intérpretes se muevan en ambas direcciones.
–Aunque, precisamente, por ese carácter ha podido hacer papeles que quizá otras actrices no se hubieran atrevido.
–Por ejemplo, en La lava en los labios, de Jordi Costa, en la que interpretaba a una transexual y tenía que hacer un desnudo integral. Imagínate ese momento con esa prótesis maravillosa que me pusieron [risas]. Nadie me preguntó cómo me sentí, pero fue muy hardcore. La experiencia más loca que he vivido. Seguramente muchas actrices se habrían echado atrás por pudor, pero a mí me gusta meterme en el fango y, ya sea más popular o menos, seguiré haciendo ese tipo de personajes porque me va el riesgo.
–La fama es uno de los temas que vertebran
¿Cuál es su relación con ella?
–Es un mal necesario. Cuanto más conocida eres, más papeles te llegan, es un círculo vicioso. Hay que llevarla con los pies en la tierra. Me ha pillado mayor, no creo que sucumba. Si he de serte sincera, no busco gloria, quiero trabajo.
–Su personaje en el filme se halla atrapado en sus propias inseguridades, necesita empoderarse. ¿Cómo ha vivido este último año de reivindicaciones feministas?
–Hace poco reflexionaba sobre las camisetas de Zara con eslóganes feministas. Pensé, vale, el capitalismo se ha dado cuenta de que aquí hay dinero y se ha apuntado al carro. Pero también es cierto que si el mensaje que trasmite puede llegar a las nuevas generaciones y que las jóvenes aprendan a que los hombres no las mangoneen… no estoy de acuerdo con todas las voces que hay, pero creo que hay que aprovecharlas porque todo suma y es positivo para asentar en el subconsciente colectivo la necesidad de igualdad.
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