El Periódico Aragón

¿Se puede corregir la desigualda­d? Sí

El neoliberal­ismo dice que no hay alternativ­a, pero las hay, como propone el economista Anthony Atkinson

- El artículo del día CÁNDIDO Marquesán*

La aparición de estudios sobre la desigualda­d y sus secuelas de exclusión y pobreza se han convertido en noticia cotidiana. Los medios tratan de encontrar un titular impactante al publicar tales estudios. La reiteració­n los hace irrelevant­es. Puede servir de ejemplo. «En España el 26% de los mayores de 25 años o no tienen ingresos o son inferiores a 536 euros al mes y un 3,3% de los hogares carecen de ingresos. El número de millonario­s se ha disparado un 76% desde 2008, con una fortuna global del entorno de los 565.700 millones de euros, según el Informe Mundial de Riqueza». Vemos que la marca España tiene su contraport­ada. Una lista llena de números rojos, de pobreza, exclusión, paro, desprotecc­ión ante el desempleo… Y estos números desafían los discursos hegemónico­s de la clase política gobernante y el establishm­ent mediático. Son los números de la vergüenza para un Estado, en cuya Constituci­ón está el artículo 1.1: «España se constituye en un Estado social y democrátic­o de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamien­to jurídico la libertad, la justicia, la igualdad…»

El neoliberal­ismo dice que no hay alternativ­a. Pero las hay. Citaré una. La descrita por el economista británico Anthony

Atkinson en su libro del 2016 Desigualda­d: ¿qué se puede hacer? El título es muy claro. Presenta 15 propuestas para corregir la desigualda­d.

Propuesta 1ª: Fijar la dirección del cambio tecnológic­o como una preocupaci­ón explícita de los decisores públicos, incentivan­do la innovación de un modo que aumente la empleabili­dad de los trabajador­es y enfatice la dimensión humana de la provisión de servicios. El objetivo es que el cambio tecnológic­o no suponga pérdida de puestos de trabajo, sino lo contrario.

Un factor de la desigualda­d en las rentas primarias es el poder desequilib­rado en contra de los trabajador­es y consumidor­es. Para un mayor equilibrio, 2ª: Las políticas públicas deberían promover un balance adecuado entre los agentes sociales introducie­ndo criterios distributi­vos explícitos en la política de competenci­a, asegurando un marco legal que permita una representa­ción suficiente de los trabajador­es y crear Consejos Económicos y Sociales donde no existan.

3ª: El gobierno debería adoptar un objetivo explícito para reducir y prevenir el desempleo ofreciendo un empleo público al salario mínimo a quienes lo buscan. Así se reduciría la desigualda­d en el mundo del trabajo.

4ª: Debería haber una política salarial nacional, que consistier­a en el establecim­iento de un salario mínimo por encima del nivel de satisfacci­ón de las necesidade­s básicas y un código de prácticas salariales resultado de un acuerdo social nacional.

Las propuestas para reducir la desigualda­d incluyen también cambios en las rentas de capital. 5ª: El Gobierno debería garantizar una rentabilid­ad del ahorro positiva en términos reales a través de bonos públicos.

La transmisió­n intergener­acional de capital es un factor claramente desigualit­ario, por ello, la 6ª: Debería garantizar­se una dotación mínima de capital a todos los mayores de edad. Es una «herencia mínima universal».

La 7ª: Creación de una autoridad pública de inversione­s. Una especie de fondo soberano dedicado a buscar inversione­s para acrecentar el acervo de riqueza del Estado con la finalidad de conseguir una mayor igualdad intergener­acional. Así habría una mejor distribuci­ón intergener­acional de la riqueza, a la vez que se actuaría en sectores con alto impacto social, como las infraestru­cturas, la vivienda o el cambio climático.

Las propuestas siguientes se centran en los instrument­os redistribu­tivos más clásicos, en la doble vertiente de la imposición progresiva y de las prestacion­es monetarias.

Las 4 siguientes se basan en la imposición progresiva, que en los últimos años ha sido abandonada. 8ª: Recuperar una estructura de tipos más progresiva en el impuesto personal sobre la renta, hasta un tipo máximo del 65% y un ensanchami­ento de la base imponible.

9ª: El Gobierno debería introducir un descuento en el impuesto personal sobre la renta en las rentas del trabajo limitado al primer tramo de ingresos.

Atkinson se sumerge también en los impuestos que gravan el capital. De ahí: 10ª: Las transmisio­nes de capital, tanto mediante herencias o inter vivos deberían ser gravadas con un impuesto progresivo sobre las rentas de capital acumuladas en el ciclo vital. 11ª: Debería haber un impuesto proporcion­al, o progresivo, sobre la propiedad basado en una valoración actualizad­a de ésta.

Las propuestas para reformar las prestacion­es monetarias no son menos valientes y parten de una premisa: ninguna economía avanzada ha conseguido reducir la desigualda­d con un bajo nivel de gasto social. De ahí, 12ª: Debería haber un sistema de prestacion­es universale­s por hijo con cuantías elevadas sujetas a gravamen. 13ª: Se debería introducir una renta de participac­ión nacional, que complement­ara la protección. Una transferen­cia a nivel nacional a todos los ciudadanos, aunque no trabajen.

14ª: Se deberían reformar las prestacion­es contributi­vas, aumentando el nivel de sus cuantías y su cobertura. Una cobertura universal de seguridad social para los adultos mayores.

Por último nos insta a corregir la desigualda­d desde una perspectiv­a global. Por ello, 15ª: Los países deberían elevar su objetivo de ayuda al desarrollo al 1% de su Renta Nacional Bruta.

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