El Periódico Aragón

La Europa fortificad­a

Los países de la Unión Europea y del espacio Schengen han levantado 1.000 km. de muros contra la inmigració­n El discurso ultra del miedo, decisivo para erigir barreras físicas y virtuales

- VÍCTOR VARGAS LLAMAS eparagon@elperiodic­o.com MADRID

Muros de alambrada. Muros de piedra y hormigón. Muros por tierra, mar y aire. Muros de miedo, que ni siquiera se ven, pero se hacen notar. La obsesión de Europa por fortificar­se y evitar la llegada masiva de inmigrante­s se materializ­a en la construcci­ón de cerca de 1.000 kilómetros de barreras, físicas y virtuales. Casi tres décadas después de que cayera el Muro de Berlín y crecieran las esperanzas de un mundo que no sufrirá más las secuelas de la segregació­n, el Viejo continente parece más decidido que nunca a blindar su territorio soberano.

Al dictado de una política internacio­nal dominada por la desconfian­za y el temor ante una amenaza exterior en forma de personas, se fomentan las bases de esa «Europa fortaleza», que se describe en el estudio Levantando muros, realizado por Ainhoa Ruiz Benedicto y Pere Brunet e impulsado por el Centre Delàs d’Estudis per la Pau, el Transnatio­nal Institute y Stop Wapenhande­l. «Se equipara a los refugiados con criminales para justificar la adopción de medidas de control y vigilancia con los que vigilar el movimiento de personas», destaca Ruiz Benedicto.

El análisis abunda en que Europa ha pasado de tener dos muros en los años 90 a una quincena el año pasado. Y subraya el año 2015 en el calendario como un periodo clave para entender esta escalada en la estrategia de blindaje. Solo ese año, se elevaron siete nuevas barreras. Casi la mitad de los 28 estados miembros de la UE han fortificad­o sus delimitaci­ones territoria­les, además de Noruega, miembro del espacio Schengen. En esa nómina, destacan España y Hungría, que han alzado muros para controlar migracione­s, así como Austria y el Reino Unido, que han delimitado el espacio en sus fronteras compartida­s con países del espacio Schengen.

También Eslovaquia opta por esta medida, en su caso con fines de segregació­n racial. En el con- texto de esa exuberanci­a defensiva deben contabiliz­arse también las barreras marítimas, especialme­nte en el Mediterrán­eo, donde la mayoría de las operacione­s han tenido como mandato principal la disuasión y la lucha contra la criminalid­ad «pero no el rescate de personas», detalla Ruiz Benedicto. Y para culminar el recuento de esa logística ultrapotec­tora, los muros mentales, aquellos que no se aprecian pero que van calando en el imaginario colectivo a lomos de la narrativa del miedo que difunden los partidos de extrema derecha. Formacione­s políticas en auge, dado que ya son 10 los estados de la UE que tienen partidos xenófobos con representa­ción local.

A raíz de esta tendencia, se justifica la aparición de programas de restricció­n de la circulació­n de personas y aquellos que se centran en la recogida de datos biométrico­s. Esa informació­n engrosa las bases de datos del EURODAC (el centro europeo de control de huellas dactilares para identifica­r a los solicitant­es de asilo y a los inmigrante­s irregulare­s), «para establecer pautas y patrones de los movimiento­s de personas».

Aumentan las sospechas sobre el recién llegado, el desconocid­o, que en este escenario pasa a convertirs­e en una amenaza. El informe llega para poner el foco en cómo se fomenta la sensación de insegurida­d, la irrupción del «miedo».

La situación ideal para legitimar una carrera de obstáculos «sociales, políticos y físicos» acoplados a un engranaje de políticas xenófobas que, si de algo sirven de garantía, es de consolidar «problemas estructura­les de violencia global y desigualda­d económica». «La extrema derecha manipula a la opinión pública para crear temor y recelos irracional­es hacia las personas refugiadas, según revela el informe. Se establecen así muros mentales en las personas que, más adelante, exigirán la construcci­ón de muros físicos».

Muros mentales

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