Las boticas elaboran seis fórmulas magistrales ante la falta de fármacos
Se buscan alternativas a los medicamentos Buspar, Escacine, Mysoline, Parnate, Sulfona oral y Solgol El motivo del desabastecimiento no está claro y va desde problemas con la materia prima a los precios
La falta prolongada de algunos medicamentos en las farmacias de Aragón obliga a buscar alternativas y, actualmente, las boticas están elaborando hasta seis fórmulas magistrales para hacer frente a la carencia de fármacos. Concretamente, desde los laboratorios de algunas oficinas se trabaja en preparados para el Buspar (usado para tratar la ansiedad), Escacine (tranquilizante), Mysoline (casos de epilepsia), Parnate (antidepresivo), Sulfona oral (antibiótico) y el Solgol (hipertensión o arritmias).
El desabastecimiento de estos medicamentos es de larga duración y en la mayoría de los casos «el paciente no llega a notar» la carencia del mismo, según indicaron desde el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Zaragoza, ya que desde la botica se les dispensa otro medicamento con el mismo principio activo y la misma vía de administración.
La falta de estos fármacos «no está clara», ya que su ausencia en las farmacias puede tener que ver con la concentración en la fabricación de productos, con materias primas y otros problemas relacionados con el precio. «Lo importante es buscar medidas para solucionarlos», añadieron desde el colegio.
Para poner / en marcha las seis fórmulas magistrales actuales, desde los laboratorios de las farmacias se tiene que pedir permiso a la Consejería de Sanidad para que autorice la realización del medicamento desabastecido como fórmula magistral.
En Aragón, no todas las boticas tienen laboratorio, pero sí todas las farmacias pueden dispensar fórmulas magistrales bien elaborándolas con medios propios o bien encargándoselas a terceros (otras farmacias o al laboratorio colegial).
Desde el Colegio Oficial de Zaragoza consideran que el desabastecimiento «no es un problema sanitario porque hay alternativas a los medicamentos», pero reconoce que «sí supone una incomodidad para los pacientes» en aquellos casos que no pueden