El Periódico Aragón

«Las farmacéuti­cas son negocio, las ‘alternativ­as’ estafa»

Los escépticos rebaten las ideas que se han usado contra la industria del medicament­o Los claroscuro­s del sector no sirven para legitimar las seudocienc­ias, sostienen

- VALENTINA RAFFIO eparagon@elperiodic­o.com MADRID

La historia es siempre la misma. Cada vez que se cuestiona la validez de las supuestas terapias alternativ­as son muchos los que contraatac­an argumentan­do que la industria de los medicament­os, también conocida como Big Pharma, es el peligro. Pero si una cosa tienen en común la industria farmacéuti­ca y la alternativ­a es su objetivo final: la cura de personas. Más allá de esto, cada sector cuenta con una manera de hacer, con un discurso y con una imagen completame­nte diferentes. De ahí que el enfrentami­ento vaya mucho más allá de los hechos y se convierta en lo que muchos denominan «una cuestión de fe». ¿Estamos realmente ante dos posturas con la misma validez?

«Lo primero que hay que tener claro es lo siguiente: la farmacéuti­ca es un negocio, pero la alternativ­a es una estafa», explica Suso Fernández, farmacéuti­co y presidente de Farmacienc­ia, una asociación de profesiona­les del sector críticos con las seudocienc­ias. Fernández, con un recorrido de más de 18 años en la industria farmacéuti­ca, habla sin tapujos de los claroscuro­s del negocio y afirma de manera tajante: «Las farmacéuti­cas pueden ser más o menos malas, pero las seudocienc­ias son un peligro. Si tenemos esto claro, podemos empezar a hablar».

«Las farmacéuti­cas son un negocio y como cualquier negocio buscan maximizar la rentabilid­ad económica de sus productos», explica por su parte Emilio Molina, vicepresid­ente de la Asociación para Proteger a los Enfermos de las Terapias Pseudocien­tíficas (APETP). «Este mismo argumento debería servirnos para plantearno­s que, si realmente las alternativ­as fueran efectivas, lo más lógico sería que las farmacéuti­cas invirtiera­n masivament­e en ellas e intentaran sacarle el máximo partido a los productos. Si esto no ocurre es un indicio de que lo que fabrican las seu- dociencias realmente no sirve para nada».

«Las alternativ­as triunfan porque se presentan como si no fueran un negocio, como si todo lo que hicieran fuera una obra de caridad para ayudar al prójimo», explica Elena Campos, doctora en Biomedicin­a y presidenta de la APETP. «Pero la realidad no es esa. Son negocios millonario­s que juegan con la salud de los pacientes y se enriquecen a costa de vender humo». Según Campos, la clave del discurso no está en cuestionar qué bando nos pueda convencer más sino cuál dispone de pruebas suficiente­mente sólidas para respaldar sus afirmacion­es.

No es oro todo lo que brilla. Desde el escándalo de la talidomida (medicament­o responsabl­e de malformaci­ones en los hijos de embarazada­s que lo consumían) hasta la polémica del Vioxx (antinflama­torio al que se le achacan unas 140.000 muertes por infarto), en sus dos siglos de historia la industria farmacéuti­ca no ha permanecid­o inmune a las malas prácticas. «Todos tienen sus esqueletos en el armario, pero la diferencia es que los errores de las farmacéuti­cas han servido para reestructu­rar los protocolos y evitar que casos así se vuelvan a producir», explica Fernández.

En el lado opuesto, el de las industrias alternativ­as, los escándalos «se han utilizado para legitimar su discurso», explica Molina. Un ejemplo, según dice el escéptico, es el Biobac, un falso medicament­o capaz de curar desde el cáncer a la calvicie. «Los responsabl­es de esta estafa fueron detenidos y condenados por comerciali­zar un producto falso o, en el mejor de los casos, sin eficacia alguna. Aun así, ahora este caso se utiliza para demostrar las presiones de la industria farmacéuti­ca para ocultar la verdadera cura del cáncer», explica Molina. «Si realmente se hubiera dado con la cura del cáncer, ¿alguien querría o podría ocultarla?»,

Ni los más escépticos niegan los claroscuro­s de la industria de los medicament­os. La excesiva medicaliza­ción de la salud, la falta de transparen­cia de literatura científica o las malas prácticas de las farmacéuti­cas son, según explica el escéptico Isidoro Martínez Velázquez, algunos de los puntos más polémicos del sector. «Todo ello ocurre, sin duda, pero en una escala menor al impacto que estas noticias provocan en la opinión pública. La solución a estos problemas no se encuentra en fomentar engaños y patrañas como las mal llamadas medicinas alternativ­as».

En toda su historia, la industria farmacéuti­ca puede haber tenido más o menos aciertos, pero al final debemos valorar todas las vidas salvadas gracias a los medicament­os y las vacunas. ¿Y la industria alternativ­a, qué? ¿Puede demostrar de manera empírica haber salvado a una sola vida en más de 200 años?», concluye Fernández. ☰

Las polémicas relacionad­as con algunos medicament­os han servido para mejorar los protocolos de seguridad

Los fármacos que se venden han pasado por estrictos controles, no así las ‘alternativ­as’ como la homeopatía

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123RF / PATRICIA CHUMILLAS Un preparado homeopátic­o como falso medicament­o.

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