«Las farmacéuticas son negocio, las ‘alternativas’ estafa»
Los escépticos rebaten las ideas que se han usado contra la industria del medicamento Los claroscuros del sector no sirven para legitimar las seudociencias, sostienen
La historia es siempre la misma. Cada vez que se cuestiona la validez de las supuestas terapias alternativas son muchos los que contraatacan argumentando que la industria de los medicamentos, también conocida como Big Pharma, es el peligro. Pero si una cosa tienen en común la industria farmacéutica y la alternativa es su objetivo final: la cura de personas. Más allá de esto, cada sector cuenta con una manera de hacer, con un discurso y con una imagen completamente diferentes. De ahí que el enfrentamiento vaya mucho más allá de los hechos y se convierta en lo que muchos denominan «una cuestión de fe». ¿Estamos realmente ante dos posturas con la misma validez?
«Lo primero que hay que tener claro es lo siguiente: la farmacéutica es un negocio, pero la alternativa es una estafa», explica Suso Fernández, farmacéutico y presidente de Farmaciencia, una asociación de profesionales del sector críticos con las seudociencias. Fernández, con un recorrido de más de 18 años en la industria farmacéutica, habla sin tapujos de los claroscuros del negocio y afirma de manera tajante: «Las farmacéuticas pueden ser más o menos malas, pero las seudociencias son un peligro. Si tenemos esto claro, podemos empezar a hablar».
«Las farmacéuticas son un negocio y como cualquier negocio buscan maximizar la rentabilidad económica de sus productos», explica por su parte Emilio Molina, vicepresidente de la Asociación para Proteger a los Enfermos de las Terapias Pseudocientíficas (APETP). «Este mismo argumento debería servirnos para plantearnos que, si realmente las alternativas fueran efectivas, lo más lógico sería que las farmacéuticas invirtieran masivamente en ellas e intentaran sacarle el máximo partido a los productos. Si esto no ocurre es un indicio de que lo que fabrican las seu- dociencias realmente no sirve para nada».
«Las alternativas triunfan porque se presentan como si no fueran un negocio, como si todo lo que hicieran fuera una obra de caridad para ayudar al prójimo», explica Elena Campos, doctora en Biomedicina y presidenta de la APETP. «Pero la realidad no es esa. Son negocios millonarios que juegan con la salud de los pacientes y se enriquecen a costa de vender humo». Según Campos, la clave del discurso no está en cuestionar qué bando nos pueda convencer más sino cuál dispone de pruebas suficientemente sólidas para respaldar sus afirmaciones.
No es oro todo lo que brilla. Desde el escándalo de la talidomida (medicamento responsable de malformaciones en los hijos de embarazadas que lo consumían) hasta la polémica del Vioxx (antinflamatorio al que se le achacan unas 140.000 muertes por infarto), en sus dos siglos de historia la industria farmacéutica no ha permanecido inmune a las malas prácticas. «Todos tienen sus esqueletos en el armario, pero la diferencia es que los errores de las farmacéuticas han servido para reestructurar los protocolos y evitar que casos así se vuelvan a producir», explica Fernández.
En el lado opuesto, el de las industrias alternativas, los escándalos «se han utilizado para legitimar su discurso», explica Molina. Un ejemplo, según dice el escéptico, es el Biobac, un falso medicamento capaz de curar desde el cáncer a la calvicie. «Los responsables de esta estafa fueron detenidos y condenados por comercializar un producto falso o, en el mejor de los casos, sin eficacia alguna. Aun así, ahora este caso se utiliza para demostrar las presiones de la industria farmacéutica para ocultar la verdadera cura del cáncer», explica Molina. «Si realmente se hubiera dado con la cura del cáncer, ¿alguien querría o podría ocultarla?»,
Ni los más escépticos niegan los claroscuros de la industria de los medicamentos. La excesiva medicalización de la salud, la falta de transparencia de literatura científica o las malas prácticas de las farmacéuticas son, según explica el escéptico Isidoro Martínez Velázquez, algunos de los puntos más polémicos del sector. «Todo ello ocurre, sin duda, pero en una escala menor al impacto que estas noticias provocan en la opinión pública. La solución a estos problemas no se encuentra en fomentar engaños y patrañas como las mal llamadas medicinas alternativas».
En toda su historia, la industria farmacéutica puede haber tenido más o menos aciertos, pero al final debemos valorar todas las vidas salvadas gracias a los medicamentos y las vacunas. ¿Y la industria alternativa, qué? ¿Puede demostrar de manera empírica haber salvado a una sola vida en más de 200 años?», concluye Fernández. ☰
Las polémicas relacionadas con algunos medicamentos han servido para mejorar los protocolos de seguridad
Los fármacos que se venden han pasado por estrictos controles, no así las ‘alternativas’ como la homeopatía