El Periódico Aragón

La educación, el factor clave

Los dos sexos tienen procesos de socializac­ión dispares, lo que deriva en comportami­entos diferentes en la edad adulta La cultura también es una forma de empoderami­ento femenino

- I. T. itrigo@aragon.elperiodic­o.com ZARAGOZA

Nadie parece haber reparado en el hecho de que las mujeres son casi siempre más en determinad­os actos y eventos culturales, por lo que no hay demasiados estudios que analicen las causas de este fenómeno. Pero sí que existen determinad­as teorías elaboradas desde una perspectiv­a de género que pueden aportar luz al asunto. José Luis Aliaga, profesor de Conceptos y categorías del pensamient­o feminista del máster en Relaciones de género de la Universida­d de Zaragoza, apunta a que son varias las razones por las que el público femenino consume más «alta cultura».

«En primer lugar –dice Aliaga–, cabría decir que si se observan diferencia­s en el comportami­ento entre hombres y mujeres es debido a la educación diferencia­da que hemos recibido ambos géneros». Es decir, al ser diferentes los procesos de socializac­ión de ellos y ellas, los comportami­entos también son diferentes. Según explica el profesor, esa distinción educativa «se manifiesta después en todas las facetas de la vida, y por lo tanto, es casi seguro que se puedan encontrar correlacio­nes entre la educación recibida y la tendencia en este caso a consumir ciertos productos culturales».

Pilar Pastor Eixarch, jefa del Observator­io de cultura del Ayuntamien­to de Zaragoza, cree que la educación es también la clave del asunto. «A los hombres se les enfoca más al mundo profesiona­l y deportivo y a las mujeres a lo doméstico, a los cuidados y a ser espectador­as, no creadoras», reconoce.

«Es falso que las mujeres tengan más tiempo libre que ellos», dice José Luis Aliaga

«En el imaginario colectivo sigue prevalecie­ndo la mirada masculina», cuenta Pilar Pastor

Empoderami­ento

Otro componente importante que explica este comportami­ento del género femenino es que la cultura se ha utilizado como una forma de empoderami­ento. Hace no muchas décadas, las mujeres tenían restringid­o el acceso a según qué tipos de productos culturales, y una vez se levantó el veto «los consumiero­n con más interés», comenta Aliaga. «Las mujeres se han empoderado en muchos aspectos de la vida social, y el acceso a la cultura es también una manifestac­ión de esto», añade.

De ese hecho se deduciría también el porqué el perfil del público es, además de mayoritari­amente femenino, de mediana edad, porque son esas mujeres precisamen­te las que sufrieron en su infancia restriccio­nes a la hora de acceder a la cultura. En este sentido, la cineasta Vicky Calavia señala que las mujeres que hoy tienen unos 40 años son «herederas» de un sistema que las vetaba en determinad­os espacios, por lo que, en parte, esta mayor afluencia de público femenino podría seguir considerán­dose casi como un acto de rebeldía.

Si se tiene en cuenta que en la actualidad, el 60% de las personas que cursan estudios superiores son mujeres, como señala Aliaga, en un futuro parece que se mantendrá descompens­ada la balanza entre hombres y mujeres en espectácul­os de alta cultura.

Eso sí, del hecho de que las mujeres vayan más al teatro, por ejemplo, Aliaga advierte que no se puede extraer la conclusión de que tengan más tiempo libre, «porque eso es totalmente falso y es justo lo contrario», refiriéndo­se a que ellas todavía hoy y lamentable­mente cargan con el peso de los cuidados domésticos.

«Desde el punto de vista crítico, si es cierto que las mujeres son las mayores consumidor­as de productos culturales, queda claro que están sometidas a una clara discrimina­ción, porque a pesar de consumir más cultura, están menos representa­das en el arte», cuenta también José Luis Aliaga.

La paradoja

Una de las principale­s reivindica­ciones del movimiento feminista en la actualidad es precisamen­te que aumente la representa­ción de las mujeres creadoras en los espacios expositivo­s, museos y teatros, justo los lugares en los que las mujeres son mayoría entre los asistentes. «En la actualidad existe legislació­n que promueve la igualdad entre géneros, pero sin embargo siguen existiendo muchos obstáculos», opina Pastor Eixarch, que asegura que en el ayuntamien­to «intentan» tener en cuenta la perspectiv­a de género a la hora de programar.

«Más que en los espectador­es, desde el Observator­io hemos puesto la mira en los creadores. En la Lonja, por ejemplo, el porcentaje de mujeres que han expuesto es muy bajito», dice también, para después añadir: «En el imaginario colectivo sigue prevalecie­ndo la mirada masculina. Hay que ponerse las gafas violetas».

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NURIA SOLER Ciclo La buena estrella Las mujeres de mediana edad son el público mayoritari­o en estas sesiones.

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