Feminismo enconado
Contemplo, leo, oigo, impertérrito cómo la sociedad va evolucionando. Tengo una antigüedad de casi 65 años, la ITV pasada, habiendo ejercido la docencia toda mi vida y nunca he sido testigo de un gesto feminista o machista. He visto bastantes cosas, transformaciones y analizando la historia, es verdad, que la mayoría se han producido durante el último siglo.
Socialmente estamos asistiendo, no sé si a una renovación o a una protesta, posiblemente desmesurada por parte del mundo femenino, en pro de sus derechos e igualdades respecto a los hombres.
El rol ha sido distinto, es cierto, que la mujer hasta no hace muchos años ejercía una labor familiar y en su DNI como profesión aparecían las siglas SL (sus labores). Pero habría que ahondar en la labor de aquellas mujeres que convirtieron muchos de aquellos hogares y en muchas comunidades en auténticos matriarcados. Gobernaban y de qué manera, para mí, heroínas. Llevaban la batuta y el hombre trabajaba y trabajaba. También surgieron innumerables personalidades femeninas, digo, innumerables, que por su valía, entrega, etc. destacaron en los campos de la investigación, la interpretación, las letras, la política, la lucha por las mejoras sociales, etc.
Entre ellas cabe destacar: Sor Juana Inés de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, Marie Curie, Santa Teresa De Calcuta, Indira Gandhi, Concepción Arenal, Emilia Pardo Bazán, Rigoberta Menchú, Audrey Hepburn, María Callas, Madonna, Angela Merkel, Theresa May, en fin, y un largo etc. y que me perdonen que no las haya nombrado, además de muchas que han pasado en el anonimato.
Los movimientos feministas actuales no han descubierto nada. Se supone que se han hecho un hueco propio en las izquierdas ideológicas, en las universidades han encontrado el caldo de cultivo y a partir de aquí han creado su particular cruzada contra el mundo masculino, transformando el famoso proverbio latino, homo homini lupus en homo mulieri lupus.
Aparecen las cabecillas de turno que buscan la foto y la demonización del hombre por sistema y como contrapunto inciden en el victimismo de la mujer, un día tras otro, así todos los días y en todos los ámbitos: sociales, políticos, lingüísticos, etc., de forma repetitiva, haciendo que se convierta esto en una lacra y al radicalizarlo pierde su sentido original, acabando en iniciativas absurdas, intereses creados, que no favorecen en nada y ven truncadas sus ilusiones de convertir el mundo masculino en una marioneta manejada a su antojo.
Les gustaría ver a los hombres con la boca tapada, los ojos cerrados, y las manos enfundadas en los bolsillos.
No es el camino. Se debe buscar un equilibrio y aunando esfuerzos. Somos carne y uña, agua y arena y nos necesitamos recíprocamente.
He estado, estoy a favor de la igualdad, estoy en contra de la violencia de género, doméstica, pero siguiendo criterios racionales y no un feminazismo como el que algunas quieren imponer. Y como consejo: «el andar se demuestra andando» como lo han hecho vuestras predecesoras, pero por el camino adecuado, el idóneo, dentro de la concordia.