La incorrección
La estrategia ensayada de Vox es similar a la que siguió en su día el presidente Donald Trump
El acuerdo alcanzado la semana pasada entre el PP y Vox para sacar adelante la investidura de Juan como próximo presidente de la Junta de Andalucía ha superado tanto las reticencias que había planteado el verdadero socio de gobierno de los populares (Cs) como el veto antifascista de las fuerzas de izquierdas o el cordón sanitario que reclamaban algunas voces –entre ellas, la del abajo firmantefavorables a la formación de un bloque constitucionalista. Sin embargo, el primer baluarte conquistado por Vox tras su irrupción en el panorama político ha sido el de la corrección política, entendida como la capacidad de establecer los límites del debate político.
El asunto elegido para ello, como figura en el punto decimosexto del documento de propuestas para la investidura de Vox, era la derogación de la Ley Integral contra la Violencia de Género. Esta demanda mereció una rápida censura por parte de
que aprovechó para desmarcarse de una foto a tres que venía rehuyendo desde el día de los comicios, al tiempo que provocó una fuerte incomodidad entre algunos sectores del PP, como pusieron de manifiesto las declaraciones de su líder en Galicia, Para algunos, se trataba del primer error de unos recién llegados que se topaban a las primeras de cambio con las mismas piedras –los derechos de las mujeres y del colectivo LGTBI - con las que había tropezado una década atrás el conservadurismo hasta verse obligado a modificar buena parte de su discurso.
A la luz de las reacciones de sus dirigentes, todo parece indicar que había muy poco de improvisación en la elección de este asunto por parte de Vox. De hecho, se trata de una estrategia ensayada, similar a la que siguiera en su día el hoy presidente de los EEUU, para hacerse con las riendas del partido Republicano, primero, y, después, de la Casa Blanca. En aquel país, como en el nuestro, el balance de las guerras culturales libradas por derecha e izquierda a principios del siglo XXI había dejado como legado unos consensos sociales nuevos en torno a temas como el aborto, el matrimonio homosexual, los derechos de los animales o la importancia del calentamiento global. Más allá de los resultados electorales y la lucha partidista, buena parte de la clase política y de los medios habían asumido que los valores que se hallan detrás de estas reivindicaciones eran equiparables a las conquistas sociales de los nuevos tiempos. Y… fin de la historia.
Sin embargo, el paso del tiempo y el surgimiento de nuevos actores políticos han vuelto a poner en el alero estos asuntos. El diagnóstico realizado por estrategas como
hoy despedido por Trump, reparaba en que estos consensos estaban muy lejos de concitar un apoyo unánime por parte de la población y que, debidamente expuestos ante el público adecuado, podían servir para articular una nueva mayoría reaccionaria. No hay que olvidar que la clase dirigente formada por políticos, banqueros y funcionarios –al igual que los responsables de los mediostiene un sesgo urbanita y progresista en temas sociales que tiende a tapar las posiciones de otros colectivos o a menospreciar la sensibilidad de otras latitudes, como ha demostrado la revuelta de los chalecos amarillos en Francia, con ecos de jacquerie campesina.
El silencio en torno a la violencia de género en los 32 puntos del pacto definitivo supone una especie de tregua en una guerra que tiene como perímetro inicial los lindes de la derecha, pero que en realidad se presenta como la antesala del asalto al poder que hoy descansa de manera precaria en manos de la izquierda. Así lo ha entendido el propio quien ha enarbolado a su vez un «rearme ideológico» en el PP para corregir las posiciones lideradas por y
(Para la nueva dirección, se habrían demostrado como concesiones inútiles). La defensa de la caza y los toros, que sí han resistido el cepillado de la negociación y figuran en el texto, son un buen botón de muestra al respecto. Ahora bien: la lucha contra la «ideología de género» será uno de los caballos de batalla con los que Vox intentará desbancar a esa «derechita cobarde» a la que ridiculiza en sus mítines.
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La lucha contra la «ideología de género» será uno de los caballos de batalla con los que Vox intentará ridiculizar a esa «derechita cobarde»