El Periódico Aragón

Su captura

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sea máxima, Salvini viajó ayer hasta el aeropuerto de Ciampino (Roma) para asistir a la llegada de Battisti, tras enviar un avión a buscarlo a Bolivia, país en el que fue capturado el sábado gracias a una operación conjunta con las autoridade­s bolivianas y la policía de Brasil.

Con rostro serio y rodeado por decenas de cámaras que retransmit­ieron las imágenes en directo por televisión, Salvini aprovechó todo lo que pudo la llegada a Italia de Battisti. «Es un día histórico» en el que ha regresado «un asesino comunista» a Italia, dijo. Salvini agradeció a las autoridade­s de Bolivia y –citándolo– al presidente de Brasil, el ultraderec­hista Jair Bolsonaro, con quien ya había mantenido un primer acercamien­to en octubre, cuando festejó la victoria electoral del político brasileño. El ministro aprovechó también la ocasión para lanzar una cascada de mensajes contra «los hombres y mujeres de izquierda, esos presuntos intelectua­les, vips y políticos» que han «protegido y mimado» a Battisti, en referencia a la supuesta red de ayudas que amparó al izquierdis­ta durante su huida.

Salvini ha sabido cómo explotar mediáticam­ente la detención de Battisti. El domingo, bien temprano, su oficina de prensa envío comunicado­s y fotografía­s del arresto en Bolivia y de la entrega del prófugo a los agentes italianos, así como del viaje en avión. Custodiado

La captura de Battisti ha contribuid­o a que se haya establecid­o una suerte de tregua en la crispada relación que el ministro del Interior mantiene con los líderes del Movimiento 5 Estrellas, sus socios de Gobierno. De ahí que Salvini apelara ayer a la «unidad» de los italianos, lo que fue bien recibido por el ministro de Justicia y miembro del M5S, Alfon- so Bonafede, quien también fue testigo directo de la llegada de Battisti a Roma. Para Bonafete, la operación de captura fue fruto del «trabajo compacto» de las institucio­nes italianas.

Pese a que siempre se ha declarado inocente, Battisti está acusado de varios asesinatos supuestame­nte cometidos durante los años de plomo en Italia, marcados por atentados de organizaci­ones de derecha y de izquierda. Battisti fue trasladado primero a la prisión romana de Rebibbia y luego a la de Oristano (Cerdeña), donde según la prensa italiana pasará los primeros seis meses en régimen de aislamient­o.

La noticia de la detención, que mandó en las portadas, fue acogida con satisfacci­ón por familiares de las personas asesinadas durante los 70. «Ha matado y nunca se ha arrepentid­o. Es justo que pague», afirmó Armando Spataro, exprocurad­or de Milán que persiguió a Battisti durante años.

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Battisti, en Roma.

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