Gran patrimonio olvidado
No es casual que algunos medios se estén haciendo eco, últimamente, del abandono de los teatros de pueblo por parte de las instituciones del Estado responsables tanto de preservar como de promocionar y de subvencionar un tesoro incalculable como es el de los recintos, el de los autores y sus obras, así como el de los actores y actrices que les han dado vida y han contribuido a mantenerlos y divulgarlos.
La ausencia de subvenciones a iniciativas culturales privadas, la inexistente política de promoción de las mismas, el olvido persistente del sector y la moratoria en la concesión de licencias está condicionando y restringiendo una actividad cultural orientada a dar visibilidad al gran legado teatral que atesoramos.
Un inmenso legado que tendría muy difícil difusión si no fuera por la extraordinaria labor que están desarrollando pequeñas compañías de teatro, como en el caso de Cercedilla, en la provincia de Madrid, o el de Llanes, en el Principado de Asturias, por citar sólo algunos, que hacen un enorme esfuerzo a base de trabajo, de ilusión y de talento para que llegue a sus vecinos el sentir y la voz de los maestros que nos precedieron, promoviendo y consolidando nuestro rico y variado acervo cultural.
En este caso concreto, el teatral, de arraigada costumbre en nuestra sociedad, que se va perdiendo de generación en generación por la poca atención, por parte de las autoridades competentes, tanto en lo que se refiere a la conservación de los propios recintos escénicos, como por la falta de las ayudas mínimas necesarias para que las pequeñas compañías, carentes de recursos, puedan desenvolverse.