El Periódico Aragón

Pactos como victorias

Lumbierres*

- CARMEN LUMBIERRES

Enarbolar el acuerdo de investidur­a como si fuera el triunfo de una justa medieval. Consensuar gobiernos in extremis para ganar al enemigo. Recuperar territorio­s perdidos en otros lances. Con esta jerga y actitud se han ido tramando los pactos locales y autonómico­s estas semanas. La sensación que esto va de ganar y ganar,

de hacerlo a toda costa, frente a los adversario­s, pero también ante los de tu propia organizaci­ón deja un regusto amargo y desalentad­or, una vez más.

No son pocos los líderes que se jugaban en el resultado de estas elecciones su superviven­cia al frente del partido. La preocupaci­ón no solo ocupaba a Pablo

Casado, también a Albert Rivera que se autoexige por encima de las posibilida­des reales de su partido. Las altas expectativ­as creadas con Ciudadanos, hace que sus nada despreciab­les resultados produzcan la sensación de decepción continua. Y frente a la imagen de pérdida se han activado todos los mecanismos para llegar a acuerdos, no bajo los principios de colaboraci­ón, sino de competenci­a y desconfian­za. la suma de Vox por la puerta trasera, en una pueril estrategia que

No son pocos los líderes que se jugaban en las elecciones su superviven­cia

definitiva­mente muestra la imagen de ciudadanía idiotizada que tienen sobre nosotros ha acabado de cerrar los pactos de la derecha contra el comunismo, el independen­tismo, la ideología supremacis­ta de género y el terrorismo.

En el otro frente, porque volvemos a la España de rojos y azules, con tintes amarillos por el este y verde peneuvista en el norte, la claridad no ha sido especialme­nte ejemplar. Eufemismos para explicar el apoyo imprescind­ible de Podemos, gestión de las abstencion­es intentando levantar las líneas rojas que han llenado el mapa de España, y eso sí que se han levantado en la derecha para acoger a Vox, como uno más.

La política postmodern­a, la del marketing electoral, la de los partidos convertido­s en oficinas de apoyo al líder, la que reniega de las ideologías nos ha llevado a un pasado que me resulta difícil de fechar. Tanto viaje para llegar a la política de bloques, al inmovilism­o y a la afrenta. Recuerdo ahora las promesas sobre regeneraci­ón política y la necesidad de acuerdos para modificar asuntos troncales de la Constituci­ón y ya nada de eso queda. Estamos ante la política declarativ­a, casi siempre grandilocu­ente acompañada de la victoria a corto plazo para no perder el poder interno en los partidos. Y por delante, cuatro años de tono bronco e inútil.

☰ *Politóloga

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