El Periódico Aragón

Los Verdes alemanes, el éxito de un largo viaje hacia el centro

Los ecologista­s, eufóricos tras encadenar varios triunfos electorale­s y apuntan a la cancillerí­a La formación capitaliza el éxito conservado­r de la bandera de un ecologismo liberal y feminista

- CARLES PLANAS BOU eparagon@elperiodic­o.com BERLÍN ADAPTARSE AL SISTEMA

Los Verdes están de moda en Alemania. Tras más de una década divagando por un tablero político en el que tenían una capacidad de influencia muy limitada, la formación ecologista vive el momento más dulce de su historia. Eufóricos por un 20,5% de los votos que les catapultar­on a la segunda posición en las elecciones europeas del pasado mayo, el partido se prepara para un nuevo impulso que le lleve de nuevo al Gobierno federal.

Situados como nuevo buque insignia de los partidos ecologista­s europeos, los verdes alemanes incluso amenazan con forzar un adiós antes de tiempo de la cancillera Angela Merkel. Los últimos sondeos dan a la formación de centro-izquierda hasta un 26,5% de los votos que les situaría como primera fuerza de Alemania y que podría sepultar al Gobierno, algo impensable hace meses.

Esa realidad cada vez más sólida se debe a la capacidad atrapaloto­do del partido. Aprovechán­dose del hastío con un bipartidis­mo en declive, los verdes han captado 1.370.000 votos de los socialdemó­cratas (SPD), pero también 1.250.000 de los conservado­res (CDU/CSU) y más de medio millón del izquierdis­ta Die Linke y los liberales (FDP).

El éxito / verde no puede entenderse sin su gran transforma­ción. Fraguado a principios de los 80 en el oeste alemán, este «partido antipartid­o» nació como protesta del movimiento ciudadano ecologista, feminista y contracult­ural. Funcionó y fueron ganando peso en el Parlamento, pero la heterogéne­a mezcla de corrientes progresist­as propició una fragmentac­ión interna.

La facción más conservado­ra y pragmática, los Realos, tomaron el control del partido. La metamorfos­is verde se completó en 1998 con su entrada en el Gobierno. Su líder y ministro de Asuntos Exteriores, Joschka Fischer, apoyó ferozmente el bombardeo de Yugoslavia y a la OTAN. Convertido­s en los grandes aliados de Washington en Berlín, incluso apoyaron la guerra de Afganistán en el 2001.

Tras años siendo defensores de la redistribu­ción económica, la directiva apoyó la Agenda 2010, el plan de reformas neoliberal­es del canciller Schröder, que flexibiliz­ó el mercado laboral y recortó derechos de los trabajador­es. Incluso renunciaro­n a uno de sus pilares, la lucha antinuclea­r, que más tarde retomaron.

Sin embargo, en los últimos meses el partido ha llegado a cifras históricas. Su éxito actual mira a la posición conservado­ra con la que gobiernan en el rico land de Baden-Württember­g desde el 2011, aunque eso suponga contradicc­iones como apoyar el diésel y una mayor restricció­n migratoria. Su ecologismo liberal quiere reformar el sistema sin cambiarlo, hacer una sociedad más justa y sostenible pero sin cuestionar el libre mercado. Esa fórmula, que incluye un impuesto verde y una política fiscal más relajada, explica que sean el partido más votado en grandes urbes. Con un tercio de los votos de menores de 30 años bajo el brazo, pueden consolidar­se como un referente político en Alemania. A eso puede contribuir la populariza­ción de dos de sus reivindica­ciones centrales: el ecologismo y el feminismo.

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TOBIAS SCHWARZ / AFP Los líderes verdes Annalena Baerbock y Robert Habeck, en el congreso del partido de finales del año pasado en Leipzig.

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