El Periódico Aragón

Horas extra, tabaco y café

Ainoza*

- JOSÉ LUIS

El control horario para detectar que se cumple la jornada laboral y también para desvelar las horas extra si las hay y, por tanto, exigir su cobro ya tiene un marco de obligado cumplimien­to que en numerosas empresas está causando problemas de aplicación por la búsqueda de un mecanismo adecuado que garantice la forma de fichar. Seguro que la casuística en los empleos y en las pymes es muy variada, tan seguro como que siempre habrá una fórmula aceptada por el trabajador, la empresa y la Inspección de Trabajo para darla por buena. En todo caso, flecos a pulir de una normativa con la que se pretende evitar la estimación de que 2,7 millones de horas extra semanales no se abonan. Todavía queda un periodo de adaptación temporal para aquellos casos complejos que, en todo caso, no pueden frenar la globalidad de la iniciativa. En plena era informátic­a sería inimaginab­le admitir que es imposible cuantifica­r un horario. Otra cosa distinta es la aparición, qué casualidad, de estudios –también estimados—como el reciente de Adecco, que fija el coste de las pausas para fumar, tomar un café y escaqueos varios en el llamado trabajo presencial en unos 3.300 millones de euros anuales, consideran­do el precio medio de la hora no productiva en 20 euros. Siguiendo con las estimacion­es, en seis semanas de impago de las extra se amortiza el coste del humo, la cafeína y el voy un momento a la farmacia en jornada laboral. Quedan 46 semanas anuales en las que seguirá habiendo que pasar cuentas. A cada cual lo suyo, pero sin pretender contrarres­tar argumentos de enjundia con anecdotari­os reconocibl­es. El trabajo que se hace, se paga. Y la ley ha decidido que va a controlar que eso sea así. En otoño ya veremos en qué queda.

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