El Periódico Aragón

«Si Alfonso Soláns padre aún viviera, el Zaragoza estaría en Primera División. Le encantaba el fútbol y quería al equipo»

«Cedrún es un pedazo de pan y Juanmi, cuando le quité el puesto, se portó fenomenal. Era muy sana la competenci­a»

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aquel filial que subió y eso que había grandes jugadores como Roberto Martínez, Seba, Isidro... Esa pretempora­da hubo un comentario que a mí me llega de Víctor Fernández en el que reconoce que yo había sido la sensación, pero evidenteme­nte empezó jugando Andoni. Aquel año Cedrún andaba muy bien y Juanmi, cuando entró, lo hizo bien también, pero se lesionó ante el Sporting y yo, que no fui convocado en todo el año, me estrené en toda una final de Recopa de Europa. ¡En la final! Hubo un choque en el que Cedrún quedó un poco conmociona­do y cuando me mandó Víctor a calentar… ¡Me cago en la leche! Me temblaba todo. Fíjese que he vivido finales como entrenador y tal, pero si hay un momento en el que sentí una sensación de frío, calor y nerviosism­o, fue aquel.

—¿Qué hizo cuando metió el gol Nayim?

—Todos saltamos al campo y yo me fui a abrazar a Andoni en el suelo. Los porteros morimos con los porteros.

—Si le impresionó el ambiente en París, aquella celebració­n en la Plaza del Pilar no debió andar lejos.

—Eso me impactó, pero lo que más fue el momento de bajar del avión y empezar el recorrido hacia Zaragoza. Había mucha gente en aquella carretera desde ese aeropuerto que está en el quinto coño y lo recuerdo como si fuera la Vuelta Ciclista. No había visto una cosa igual, fue una locura. ¿Sabe qué pasa? Que en aquel partido todo el mundo era del Real Zaragoza. Es un equipo que caía simpático. ¡Hasta en Navarra creo que lo celebraron!

—¿Cuál era el secreto de aquel equipo de la Recopa?

—La amistad que había. Era un grupo muy sólido y tras cada entrenamie­nto se hablaba de tomar unas tapas o una cerveza. Eso sí, no me puedo incluir en ese grupo porque era muy jovencito y me gustaba entrenar e ir a casa, lo cual fue una gran equivocaci­ón por mi parte. Era demasiado profesiona­l, pero no digo que el resto no lo fueran. No me involucré tanto y me arrepiento mucho de ello.

—Dos semanas después llegó, al fin, su debut con el Real Zaragoza frente al Compostela.

—No me lo esperaba y fue una alegría. Juanmi seguía fuera de combate y yo estaba en el banquillo, que para mí ya era un premio muy grande. Cuando vi que le sacaban roja a Cedrún dije: «Hostias, ¡qué voy a debutar!». Recuerdo con mucho cariño que cuando Andoni me dio un abrazo me susurró al oído el lado al que me lo iba a tirar. Aquel penalti se lo debo a él. La sensación de jugar en La Romareda… ese césped impecable… fue tremendo. Y la gente además, viniendo del filial, estaba muy bien conmigo. Solo tengo palabras de emoción.

—¿Cómo era aquel Víctor Fernández tan joven de la Recopa?

—La propuesta futbolísti­ca era de él. Sí que es cierto en algunas cosas quizá le faltaba madurez, porque no es igual un entrenador con 30 que con 50 años, pero es normal, pasa lo mismo en los futbolista­s. A nivel de experienci­as o de cómo tratar al grupo sí que había algunas carencias. De los Magníficos hablaban maravillas, pero creo que el mejor Zaragoza de la historia ha sido el de la Recopa. No fue casualidad meterle seis al Dream Team y quedó un año antes tercero con un fútbol que maravillab­a a España y en esa propuesta tuvo culpa el entrenador.

—Al año siguiente de la Recopa sí que jugó más partidos y tuvo más continuida­d, pero tampoco disputó demasiados minutos con el Zaragoza.

 ?? ARCHIVO EL PERIÓDICO ?? —¿Qué recuerdos le vienen de aquel mágico día de París? El malagueño, después de su debut contra el Compostela en el año 1995, en la Puerta del Carmen.
ARCHIVO EL PERIÓDICO —¿Qué recuerdos le vienen de aquel mágico día de París? El malagueño, después de su debut contra el Compostela en el año 1995, en la Puerta del Carmen.

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