El Periódico Aragón

Como mínimo, 6 errores

- Venancio Rodríguez Zaragoza

Ahora que lo tengo caliente, no quiero dejar pasar la oportunida­d de contar la rica experienci­a que he vivido con dos amigos en el pico La Espina por los Puertos de Beceite. Y digo rica por lo que de ella se puede aprender sobre lo que no se debe de hacer en la montaña.

Primer error: salir de casa tres personas y una botella con dos litros de agua. Aparcamos el coche en el área de picnic de la Franqueta y subimos por la antigua cantera de mármol y el Barranco del Carrer Ample. Sugerido por mí, segundo error: en la cima escuchamos Casta Diva y Addio del passato, cantada por María Callas en el móvil, muy bonito pero poco práctico porque mi amigo se quedó sin batería. Tercer error: mientras bajábamos, el amigo que se quedó sin móvil perdió las gafas de ver y volvió a buscarlas. Cuarto error: después de dos horas de espera y de llamadas infructuos­as, sin saber por dónde, decidimos bajar. Nos perdimos y llamamos al 112. Quinto error: mi otro amigo no sabía darles nuestra ubicación a los bomberos de Horta de San Joan. De modo que le dijimos que estábamos frente a las Rocas de Benet y el sol le daba por el Este, y gracias a Dios nos encontraro­n. Al llegar a Mas La Franqueta, les explicamos a los bomberos lo del amigo de las gafas pero no podían ponerse en contacto con él porque no tenía batería (esto lo supimos después). El pobre, bajó andando hasta casi Horta de San Joan. De noche ya, mientras subía, un equipo de cuatro bomberos jóvenes de Horta subían en coche para buscarle, se lo encontraro­n en el camino y lo subieron hasta donde estábamos nosotros esperándol­e.

Bueno, desde aquí quiero agradecer al Cuerpo de Bomberos de Horta de San Joan por su gentileza. Especialme­nte, a Manuel y Ernesto, dos bomberos voluntario­s que fueron los que nos rescataron a nosotros y dieron la voz de alarma. Aunque habrá más (lo tengo que pensar), sexto error: como de día hacía calor, íbamos sin ropa de abrigo y, de no haber sido por los bomberos, hoy nos hubiese tocado dormir al raso en la montaña. En fin, después de esta salida, me atrevería a asegurar que los accidentes en la montaña vienen por una serie de errores encadenado­s.

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