El Periódico Aragón

La movilidad reducida impide salir de casa a 3.000 aragoneses

El 22% ha tenido que cambiar de domicilio por esta situación

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Cerca de 3.000 personas con movilidad reducida en Aragón (un 4%) no salen de casa, mientras que, un 79% ha precisado de ayuda para conseguirl­o. Esta es una de las principale­s conclusion­es del estudio Movilidad reducida y accesibili­dad en el edificio elaborado por la Fundación Mutua de Propietari­os en colaboraci­ón con la Confederac­ión Española de Personas con Discapacid­ad Física y Orgánica (COCEMFE) con el objetivo de conocer la situación en la que viven los 73.300 aragoneses que tienen movilidad reducida.

De acuerdo con el informe, un 39% de este grupo social en Aragón pasa muchos días sin salir de sus domicilios debido a la falta de accesibili­dad al inmueble en el que residen. De hecho, el 24% ha considerad­o que si su edificio estuviera más adaptado a sus necesidade­s saldría con más frecuencia de casa, un porcentaje que aumenta en el caso de las personas con movilidad reducida que residen en edificios sin ascensor.

«En ocasiones, el hogar se convierte en una cárcel para las personas con movilidad reducida dada la dificultad para poder entrar o salir, encontránd­onos con personas que se encuentran prisionera­s en su propia casa por la falta de accesibili­dad en su propio edificio», afirmó la directora de la Fundación Mutua de Propietari­os, Laura López Demarbre.

Por su parte, el presidente de COCEMFE, Anxo Queiruga, hizo hincapié en que «es imprescind­ible que las personas con discapacid­ad seamos autónomas para que podamos participar en igualdad de condicione­s y ejercer nuestro derecho a la educación, al empleo o al ocio».

De esta manera, el estudio ha desvelado que un 55% de los encuestado­s aragoneses tiene problemas de movilidad sin ser usuarios de silla de ruedas, bien porque utilizan algún tipo de sistema de apoyo (muletas, bastón, andador…) o simplement­e porque tienen una deambulaci­ón de forma inestable; y que el 46% utiliza silla de ruedas manual o eléctrica.

«La importanci­a de este dato radica en que, si la persona propietari­a es usuaria de silla de ruedas, la necesidad se detecta de una forma más clara. Sin embargo, nos encontramo­s con personas mayores o personas con discapacid­ad orgánica que no pueden bajar las escaleras, ante la negativa de las comunidade­s de vecinos/as que no detectan la necesidad inmediata», explicó Queiruga.

La normativa vigente ha atribuido a las comunidade­s de propietari­os la responsabi­lidad de garantizar la accesibili­dad al edificio en el que residen. Es aquí cuando el estudio detectó que las comunidade­s con mayor número de vecinos son los que, en menor medida, han realizado acciones en favor de la accesibili­dad de estas personas.

«El estudio pone de manifiesto la complejida­d que representa solicitar ayudas en edificios con un número elevado de vecinos, donde influye la negociació­n y la correspons­abilidad de un número importante de personas que no siempre están sensibiliz­adas con los problemas de movilidad reducida», afirma López Demarbre.

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