No hay voluntad
Prometer hasta meter (el voto en la urna) y después de metido, olvidar lo prometido.
Así piensan los políticos aragoneses que se ríen con desfachatez de los vecinos de María de Huerva. Era urgente ofrecer en el curso 18-19 un centro integrado, el Val de la Atalaya, porque en mayo había elecciones.
Y el colegio público se transformó en centro integrado, sin tener las infraestructuras necesarias ni una normativa que regule el funcionamiento de este tipo de centros. Parecía que a nuestros políticos les preocupaban el bienestar de los estudiantes y la calidad de la educación, pero no, tan solo les preocupaba arañar unos cuantos votos. Se metió a los niños en barracones (como en tantos otros coles), sin laboratorios para ciencias, ni taller para tecnología, ni aula de informática, ni de artes plásticas… y se prometió a las familias que en el curso 20-21 habría edificio de Secundaria.
Ahora las elecciones quedan ya muy lejos y las palabras se las lleva el viento. En los nuevos presupuestos de Educación no hay edificio para el Val, ni siquiera hay más barracones.
El próximo curso habrá un nivel más, con tres o cuatro vías, que tendrá que entrar con calzador en el mismo espacio del curso actual. ¿Cómo pretende Educación hacerlo? Sencillo: más ratio de alumnos por clase (adiós a la atención a la diversidad) y reconversión de espacios. ¿Qué habrá que sacrificar para transformar en aulas, la biblioteca, el aula multiusos, el gimnasio? ¿O convertirán el almacén sin ventilación en un aula-zulo para hacinar a los niños?
Dinero hay, lo que no hay es voluntad política.