El Periódico Aragón

Míchel: «Sabíamos que podíamos sufrir ante el Laredo»

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▶▶Míchel respiró aliviado cuando el árbitro decretó el final de un partido en el que su equipo había sufrido de lo lindo, aunque el técnico admitió que entraba dentro de lo previsto. «Sabíamos que podíamos sufrir en este campo y contra este equipo, aunque creo que hemos dispuesto de ocasiones suficiente­s para ganar y pasar a la siguiente ronda», indicó el entrenador madrileño. A partir de ahora, el Huesca piensa solo en el derbi contra el Zaragoza del próximo domingo. «Ya podemos pensar en ese partido. Espero que se vea un buen Huesca y consigamos quedarnos con los tres puntos porque tenemos mucha ilusión depositada en este encuentro», aseguró el preparador azulgrana.

El Laredo adelantó líneas y la presión para incomodar la salida al Huesca y, de paso, quitarse el miedo del cuerpo. Fue entonces cuando el conjunto oscense comenzó un recital de descontrol e imprecisio­nes que le hicieron recibir el descanso como agua bendita.

La charla de Míchel en la caseta surtió efecto para tranquiliz­ar al grupo y rescatar el orden. Apenas reanudado el choque, Miguelón dispuso de un mano a mano que no ejecutó bien ante Puras. Claro que peor aún definió Peredo poco después tras recibir un rechace en posición franca y con todo a favor para, al menos, poner a Yáñez en serios problemas.

Entonces irrumpió Joaquín. Tímido y desacertad­o en la primera parte, el extremo se fue soltando aprovechan­do la acumulació­n de cansancio de la defensa cántabra y se convirtió en un incordio constante hasta el final. Una jugada personal suya no acabó en gol por poco antes de ser objeto de un claro penalti que un horroroso Gorostegui Fernández no vio. En la Copa no hay VAR, así que Joaquín se quedó compuesto y, encima, amonestado ante la indignació­n colectiva de los aragoneses, que seguían incómodos.

Ya con Eugeni en el campo para que Mosquera guardara fuerzas para el derbi, el Huesca trató de llevar el partido a su terreno a base de mover el balón y buscar el hueco en la ordenada defensa del Laredo, pero sin demasiada paciencia y con numerosos errores en la entrega que propiciaba­n peligrosas contras de los cántabros que, sin embargo, se quedaban casi siempre en la zona de tres cuartos.

Pero la entrada de Cristo aportó frescura a un Huesca que ya estuvo cerca de marcar tras un remate de espuela del delantero en un saque de esquina que se marchó por poco. Pero en la siguiente ya no perdonó. Una llegada desde la izquierda acabó con el balón en la bota de Joaquín que, tras varios rechaces de una desacertad­a defensa local, sirvió a Cristo para que el recién entrado batiera a Puras desde cerca. Milagro.

Aunque el calvario no había acabado. Nacho rozó un empate que evitó Yáñez con una enorme parada salvando al Huesca, que ya está en la siguiente ronda pero que continúa sin alegrar la cara.

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