El Periódico Aragón

Con pasión y polémica

El Huesca fue más intenso en un duelo que tuvo de todo, con el árbitro en el centro, y que deja tocado al Zaragoza

- SANTIAGO VALERO svalero@aragon.elperiodic­o.com

El derbi respondió a todas las expectativ­as. Fue mejor el Huesca, más intenso durante todo el choque, con más capacidad para poner una velocidad más al encuentro ante un Zaragoza que miró al VAR, sobre todo en una mano de Soro, con un suspiro de alivio en la primera parte y que después vio a Díaz de Mera con la resignació­n de dos expulsione­s, la de Delmás y la de Guitián. Y fue precisamen­te con nueve cuando más quiso el Zaragoza, cuando de verdad le puso la pasión que merecía la cita, aunque ya era tarde. El duelo deja tocado al equipo blanquillo, demasiado blando y sin la fe necesaria en la mayor parte del choque, tras una derrota en el final de la primera vuelta que supone un frenazo antes de llegar al oasis que Víctor miraba en enero. Con todo, la primera vuelta del Zaragoza, la más prolífica desde el descenso, tiene buena nota, por más que la sensación sea de amargura por un partido que no supo jugar de la mejor manera ante un Huesca que llegaba con peores sensacione­s y que fue mejor.

La derrota supone que el Huesca dé un salto por delante del Zaragoza, que le supere en la tabla, aunque cuando queda la mitad de la Liga es obvio que los dos van a mirar al ascenso directo, ya que ambos están en playoff. El equipo de Míchel se repuso a su bache en el momento justo, en el instante donde una victoria de este valor anímico supone mucho más que tres puntos. Sí, cuando se dice que un derbi es un partido especial es también por esto, porque el valor de una derrota y de una victoria es mucho mayor que los tres puntos que supone. Para el Zaragoza le envía al parón navideño con la

El Zaragoza estuvo demasiado frío y gris en un partido en el que Míchel le ganó la partida a Víctor

impresión más fría después de una reacción majestuosa desde el bache que sufrió en octubre. En ella se levantó con la fuerza de los equipos grandes y superó adversidad­es. Hasta ayer, donde el rival, mucho más intenso y más fuerte en las disputas, fue sencillame­nte mejor. Además, el derbi también supone un peaje en las expulsione­s de Delmás y Guitián, ambas con el gatillo fácil de Díaz de Mera, que suponen dos bajas ante el Sporting, si bien Víctor recupera a Atienza y a Vigaray para esa cita, por lo que ese hándicap es menor.

El derbi, en lo climatológ­ico, pasó por diferentes estaciones, comenzó con lluvia, salió el sol, se despejó el cielo, se vio un precioso arcoíris y acabó con una tromba de agua y de viento. En todo ese espectro climatológ­ico fue superior el Huesca, donde Míchel supo afrontar mejor el duelo que Víctor, con una medular más poblada y atacando mucho las bandas de Delmás y Nieto. El técnico zaragocist­a, sin embargo, tardó un mundo en reaccionar cuando los males eran claros desde el inicio, con la inferiorid­ad por el medio, donde la jerarquía de Mosquera, Eugeni y Mikel Rico se impuso a la medular zaragocist­a, en la que Kagawa apenas dio señales de vida desde la banda izquierda y cuan

do pasó a la mediapunta, al margen de un lanzamient­o al larguero, tampoco las ofreció, mientras que Guti y Eguaras apareciero­n demasiado poco.

Con ese Zaragoza más frío, sin encontrar soluciones a la presión alta del Huesca, al orden en el trabajo y en la fortaleza impuesta por un equipo que fue más y mejor que este Zaragoza demasiado lánguido, con el peso esta vez sí negativo de su juventud, durante la mayor parte de este derbi.

Y el Zaragoza llegó al descanso con la impresión de premio ganado con el gol de Soro tras la mejor jugada en toda la tarde, en las botas de Puado. El Huesca había marcado dos goles, ambos de Okazaki junto a Clemente, al que al final del partido se le vio hundido, y ambos con la superiorid­ad de Sergio Gómez sobre Delmás para poner el envío. Uno fue válido y el otro no por un milímetro, mientras que la mano de Soro pareció penalti. Por eso, la sensación de cabreo en la grada oscense, en un derbi por cierto modélico en el comportami­ento de las dos aficiones, también en los 200 zaragocist­as que llegaron a El Alcoraz, era latente, con el VAR y con la impresión de que el pleito debía estar sentenciad­o.

LAS ROJAS Y LA LANGUIDEZ / No cambiaron las tornas después. La pasión la mantuvo el Huesca, la mirada demasiado perdida la tuvo un Zaragoza que volvió a encajar a balón parado, otro mal endémico que se había perdido en el equipo zaragocist­a en los últimos tiempos y que en El Alcoraz se presentó de nuevo. Ya cuando las nubes negras cerraron paso al arcoíris llegó el segundo del Huesca, el tardío cambio de Víctor para reforzar la medular con la entrada de James y todo fueron malas noticias, la roja directa a Delmás y la que vio Guitián, que ya llevaba una amarilla previa. Díaz de Mera tenía la mano suelta en las tarjetas y dejó al Zaragoza con 9 en un santiamén.

Ahí, queda dicho, sacó la pasión que le faltó durante todo el partido al conjunto de Víctor Fernández, demasiado tarde, cuando ya con nueve no había mucho que hacer. El derbi se quedó en Huesca porque lo mereció más y llega al ecuador el conjunto oscense por encima de los zaragocist­as, con dos puntos más, con ambos en playoff y con un segundo tramo liguero que promete todas las emociones en la competició­n de la categoría de plata. Con los dos equipos en la pelea por subir y con ambos esperando fichajes en este enero para intentar un asalto definitivo al retorno a la élite en el que los dos han demostrado ya que tienen argumentos de sobra para lograrlo. Pero en El Alcoraz, el primer duelo, el primer combate, fue para un Huesca mejor y que quiso más la victoria. Por eso ganó.

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JAIME GALINDO Los jugadores zaragocist­as acuden a dar las gracias a los 200 aficionado­s presentes en El Alcoraz, mientras los del Huesca saludan a su afición tras la victoria.
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 ?? JAIME GALINDO ?? Nieto trata de cortar el envío de Javi Galán en un momento del partido.
JAIME GALINDO Nieto trata de cortar el envío de Javi Galán en un momento del partido.

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