El Periódico Aragón

Una cuestión de poder

Un intenso Huesca supera a un Zaragoza vulgar que sucumbió víctima de sus errores y que acabó con nueve

- J. OTO joto@aragon.elperiodic­o.com

El Huesca se llevó el derbi porque fue mejor que un Zaragoza que no estuvo a su altura, sobre todo, en fuerza y fe. El cuadro azulgrana no le permitió explotar sus virtudes y castigó sus defectos, sobre todo el balón parado y las bandas. Un martirio constante durante todo el duelo. Ganó el mejor. Y el que más quiso ganar.

Sorprendió Víctor volcando a Kagawa a la izquierda para mantener a Puado cerca de Suárez. El movimiento obligaba al japonés a emplearse en defensa y perseguía la presión arriba en la salida de un Huesca agresivo que buscaba las bandas, sobre todo a través de Ferreiro, junto a Sergio Gómez, la gran novedad en un once sin Raba ni Juan Carlos.

Los dos primeros acercamien­tos fueron del Zaragoza aunque ninguno con excesivo peligro. Puado y Kagawa probaron fortuna desde media distancia con idéntica fortuna y puntería. El Huesca, liderado por un incombusti­ble Mikel Rico, no estaba cómodo. El Zaragoza sí lo parecía pero las pérdidas en la medular eran su principal problema. Precisamen­te, en una de ellas marcó el Huesca, pero el asistente señaló fuera de juego de Okazaki que el VAR confirmarí­a después.

Superado el susto, sería el cuadro local el que estaría a punto de pagar caro un grave error en la entrega, pero Suárez no culminó bien la contra. Los locales, en todo caso, se habían adueñado del choque casi siempre explotando su superiorid­ad en los costados y casi siempre desde la izquierda, donde Sergio Gómez se merendaba a Delmás.

Precisamen­te, una mala entrega del canterano aacabó con el balón en Eugeni, que habilitó a Gómez para que este colocara un centro medido al pie de Okazaki, que batió a Ratón. Esta vez, no había duda. El gol subía al marcador y situaba al Zaragoza en el peor escenario posible. Nunca había remontado un partido. Y el Huesca tampoco había dejado escapar un duelo en el que pegó primero.

Pero los de Víctor reaccionar­on bien de la mano de Soro, el más activo de los visitantes. El ejeano ponía el entusiasmo mucho más que un Kagawa castigado y ofuscado. En una de las numerosas faltas cometidas sobre el japonés, él mismo gozó de la mejor ocasión del Zaragoza al estrellar en el larguero un lanzamient­o directo desde el vértice del área. Fue lo último que hizo antes de pasar a la mediapunta para desplazar a Puado al costado.

El Huesca no se amilanó y continuó castigando los costados de su adversario. Okazaki, una pesadilla constante para la zaga visitante, cabeceó fuera por poco el enésimo centro lateral poco antes de que Ferreiro también lo intentara con un remate que no se desvió demasiado.

Cuando todo apuntaba a que se llegaría al descanso con la mínima ventaja para los locales, el Zaragoza volvió a nivelar el choque merced a una galopada de Puado culminada con un servicio

Las bandas fueron un martirio constante para un Zaragoza que se desangró por los costados

Díaz de Mera dio un giro a su arbitraje y castigó en exceso al Zaragoza con dos expulsione­s

a Soro para que el canterano marcara de fuerte disparo a escasos metros de Álvaro. El empate era gloria bandita para un Zaragoza menor. Nada que ver con el de los últimos partidos. Claro que tampoco el Huesca era el de las dos derrotas consecutiv­as.

La reanudació­n deparó más de lo mismo. Los locales, más seguros de sí mismo, explotaban una y otra vez su fortaleza exterior mientras el Zaragoza, perdido en la sala de máquinas, buscaba la combinació­n por dentro y, sobre todo, a un Suárez invisible.

El Huesca no tardó en llegar con peligro a las inmediacio­nes de Ratón. Fue, cómo no, Okazaki, que se plantó solo ante el meta zaragocist­a tras un grave error de Guitián, pero el japonés cruzó demasiado el esférico.

El partido se convirtió en un ir y venir continuo que Víctor trató de atajar dando entrada a James por un inoperante Kagawa, pe

ro el cambio no sentó bien al Zaragoza, que desapareci­ó del partido víctima de un Huesca más enérgico. Más vivo. Mejor.

Aunque lo peor para los visitantes estaba por llegar. Volvió la lluvia y, con ella, un vendaval en forma de fútbol de un Huesca que comenzó a aplastar a un Zaragoza víctima de su fragilidad en la estrategia. Sá mandó a la red una dejada de Mosquera tras una falta lateral y el Huesca obtenía el premio a su superiorid­ad.

Al Zaragoza le tocaba volver a remar pero siempre fue a contracorr­iente. Delmás y Guitián se fueron a la calle en apenas cuatro minutos. Díaz de Mera, que había amonestado solo a jugadores locales en la primera parte, dio un giro radical y castigó duramente a un Zaragoza encomendad­o a una gesta para salir vivo de El Alcoraz. Lo intentó, pero ya no le quedaba fe.

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JAIME GALINO Guitián y Nieto saltan al campo tras el descanso con el arco iris al fondo.
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JAIME GALINDO Los jugadores del Huesca celebran el gol de Sá que al final resultaría decisivo para el triunfo local.
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Soro festeja el tanto del empate con algunos de sus compañeros.

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