Los fantasmas del pasado
El Real Zaragoza volvió a sufrir en cada centro lateral y en todos los balones parados llegaron los dos goles del Huesca, que salió desde el principio buscando los costados de su rival
Cuando parecían ya olvidados, sobre El Alcoraz sobrevolaron los viejos fantasmas del Real Zaragoza. El equipo de Víctor Fernández volvió a ser ese equipo frágil en la defensa del balón parado, timorato en los centros laterales, despistado en las marcas. Buena parte de culpa la tuvo el Huesca, que los invocó a todos buscando desde el principio los flancos de su rival, su lado más débil. El conjunto de Míchel salió decidido a buscar las bandas e hizo daño desde el principio con los cambios de orientación que despistaban a toda la zaga blanquilla. Así ganó el Huesca, con un remate de Okazaki a un centro lateral y otro de Josué Sa a saque de una falta.
También dominó el conjunto local el centro del campo y estuvo más cómodo durante todo el encuentro, con las ideas más claras de dónde y cómo presionar. No dejó salir a su rival con el balón desde atrás y lo fue confundiendo y confundiendo hasta que el Real Zaragoza quedó diluido en nada. El Huesca fue mejor once contra once y solo se aturdió un poco al jugar contra nueve tras las expulsiones de Delmás y Guitián. Dos de los protagonistas de los goles del Huesca.
La estrategia azulgrana fue clara desde el minuto uno. Sergio Gómez y Ferreiro se lanzaron a por Delmás y Nieto y fue por la banda del primero por la que llegó el pimer gol. Un balón largo hacia Gómez estuvo mal cortado por Delmás, que lo despejó hacia el centro, donde estaba Eugeni, que devolvió para un centro que remató Okazaki.
Sergio Gómez superó a Delmás una y otra vez y, para rematar la faena, el zaragozano fue expulsado
Cabizbajo
Guitián concedió una falta innecesaria en la que llegó el segundo gol y también acabó viendo la tarjeta roja
El lateral derecho del Zaragoza fue el más débil de los dos y, para rematar la faena, Delmás acabó expulsado por pisar por detrás a Sergio Gómez.
Aún así el dominio de Míchel no se tradujo en más goles y, en un golpe de fortuna, el Zaragoza empató antes del descanso. Un gol que podía haber cambiado el estado de las cosas pero que el equipo de Víctor Fernández no supo aprovechar. Porque la segunda parte comenzó exactamente igual y terminó peor. Mucho peor. El Huesca seguía creando peligro de manera rápida y sencilla, con dos o tres toques, siempre buscando las bandas, los centros. Las llegadas aumentaron pero sin mayores consecuencias.
El otro gran peligro fue el balón parado. Como tantas veces este curso. Así llegó el segundo gol del Huesca, tras una falta innecesaria de Guitián en un costado que le costó la tarjeta amarilla. El centro lateral llegó a Mosquera, que estaba solo en el segundo palo, y ese segundo centro lo remató a placer Josué Sa. Era la culminación del plan trazado por Míchel, de una pizarra que funcionó mejor. A esas alturas el Zaragoza ya estaba completamente superado.
Después fue perdiendo jugadores. Delmás y Guitián vieron la roja directa con seis minutos de diferencia. Entre los expulsados y los que estaban en el campo pero como si no, el Zaragoza se quedó sin respuesta. El dominio, el partido, el derbi, eran todos del Huesca, que solo muy al final temió equivocarse y regalar más de la cuenta. Pero el Zaragoza ya no tenía capacidad para hacer daño. Le derrotó un rival mejor y los fantasmas del pasado. En El Alcoraz llovió mucho. En el Zaragoza llovió sobre mojado.
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